La opción federalista

La unión en la diversidad

Una parte de la sociedad catalana no comparte las razones emocionales de la ruptura con España

CARME VALLS-LLOBET

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La democracia ganada con tanto esfuerzo nos da el espacio para discutir cómo queremos organizar nuestra convivencia, y es un hecho positivo que el debate de cómo debemos organizarnos políticamente vuelva a estar dentro de las conversaciones de muchos ciudadanos y ciudadanas. Por mucho que alguien quiera hacer ver que todos pensamos igual, la sociedad catalana, como la española o europea, es una sociedad plural con ideas diversas, clases sociales, identidades compartidas y solapadas.

En Catalunya tenemos una larga tradición de federalistas desde Pi i Margall a Rafael Campalans, pasando por el grueso de las izquierdas durante la lucha antifranquista y la transición, que han compartido el esfuerzo por una sociedad mejor con sectores progresistas de toda España o con luchadores que venían de otros países como George OrwellPi i Margall ya contraponía las ideas de poder y autoridad con la de consentimiento. No hay más soberano que el individuo, no hay más poder que el pactado entre individuos soberanos. El pacto o contrato y no la soberanía abstracta del pueblo debe ser la base de la sociedad, decía. Este individualismo que da la soberanía a la ciudadanía y que se organiza mediante entes colectivos (municipios, regiones, naciones), es el «principio de la revolución que aspira hoy a la reconstrucción del Estado», escribía quien fue el primer presidente de la República federal española en 1873. O revelador también el posicionamiento de Valentí Almirall cuando dice que aspira, «no a la uniformidad, sino a la unión», y que «espera todo de la asociación». Organizar la pluralidad, respetando la diversidad cultural y las lenguas, ha sido el propósito del catalanismo político desde sus orígenes.

La crisis ha aumentado hoy la polarización socioeconómica, las desigualdades y la pobreza. La cuestión territorial no puede ocultar el debate social. Muy al contrario, debería contribuir a resolverlo. Federalistas de Izquierdas, la asociación que hemos impulsado junto con otros ciudadanos (www.federalistesdesquerres.org), quiere hablar del qué y del por qué, no solo del cómo. Como dice el exmagistrado Francisco Rubio Llorente, estos son los debates que nos falta hacer, y aquí es donde el federalismo, por sus valores universales (cooperación, lealtad y solidaridad), puede ser mucho más fértil que otras opciones basadas en viejos o nuevos estados nación.

Cada día nos relacionamos o nos encontramos los científicos, los activistas, los estudiantes, los empresarios, los profesionales de muchos lugares de España, sin que el ruido de los separadores nos haga sentir excluidos. Hacemos ejercicios de respeto a las diferencias y nos gusta conocerlas, disfrutarlas y aprender de ellas. Sería bueno que muchos políticos y medios de comunicación aprendan de los lazos que ya ha establecido de forma horizontal la ciudadanía e intenten debatir de verdad en vez de enfrentarse a golpe de titulares o de griterío.

El federalismo es una manera de concebir el poder de forma compartida. En España el modelo autonómico presenta deficiencias importantes y por eso es necesario y urgente un cambio de la Constitución. En realidad, el modelo actual tiene textura federal pero carece de cultura federal, decía Jordi Solé Tura. En cierta forma, España es un Estado federal incumplido: todavía no ha desarrollado el Senado como cámara territorial, ni el Gobierno compartido en todos los niveles, ni se ha puesto a trabajar a fondo para crear un Estado multilingüe como Canadá y Suiza. En el día a día, España ya es asimétrica y plurinacional, aunque los nacionalistas de aquí y de allí no lo quieran reconocer. Solo hay que fijarse en que Catalunya dispone de plenas competencias en seguridad interior (Mossos y prisiones) o que ya participa en la UNESCO, gracias al Estatut del 2006.

Queremos generar un debate a fondo sobre cómo avanzar hacia una estructura explícitamente federal en el camino hacia una Europa también federal, social y democrática. Desde Federalistas de Izquierdas queremos hacer visible que en Catalunya existe una sociedad civil que no comparte las razones emocionales de la ruptura con el resto de España y que quiere trabajar para redefinir mejor el proyecto común. Queremos hacer posible «la España de todos», como decía el socialista cántabro Anselmo Carretero. Y también lo que nos dice Ramón Máiz, catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Santiago, y presidente de Federalistas en Red, cuando afirma, «no debemos olvidar que la identidad colectiva se construye con la memoria de la tradición a la que se pertenece, pero también en no menor medida con el proyecto de futuro que se defiende». Para encuadernar las dos cosas, estamos los Federalistas de Izquierdas. 

También firma este artículo Francesc Trillas.  Forman parte de Federalistes d'Esquerres.