a pie de calle

El único búho que sobrevive en la ciudad

La imagen del búho en la Diagonal.

La imagen del búho en la Diagonal.

EDWIN Winkels

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Asus pies, es un ir y venir continuo de turistas, camino a o de vuelta de una visita a la Sagrada Familia. De alguna manera siempre pasan por aquí, llegando desde el centro, subiendo por el paseo de Sant Joan o por la Diagonal, siempre con un plano de Barcelona en las manos, y siempre discutiendo cuál es tal calle; no es fácil, estar en un cruce o un chaflán extraño y saber dónde esta el norte.

A sus pies también uno de los cruces más concurridos y, sobre todo, más complicados de la ciudad. Porque además del paseo de Sant Joan y la Diagonal se abre camino aquí la calle de Mallorca. Son tres tempos de semáforos para los coches, y luego, además, están los peatones y ciclistas que deben buscar un refugio en esta jungla del asfalto.

Ojos parpadeando

3 Está a sus pies, bajo sus grandes ojos amarillos, el monumento a MossènJacint Verdaguer, una de esas estatuas que tanto tenemos olvidadas al pasar cada día por delante sin fijarnos en ellas. U, otro ejemplo: ¿Quién sabe por qué la parada de metro cercana de la L-4 se llama Verdaguer, si está en un cruce de calles de las que ninguna se llama así? A este cruce complicado de vías transversales se llamó plaza de Jacint Verdaguer, aunque es una plaza muy inhóspita; no hay ningún paso cebra ni camino que lleve al centro para poder admirar, de cerca, las alegorías en piedra de la poesía deVerdagueren el pie de su estatua. Cruzar ahí es casi un suicidio.

Estaba ahíVerdaguer, terminado en 1924, unas décadas antes del búho que le observa desde arriba. Es difícil encontrar la fecha exacta en la que en la estrecha cornisa de este bloque de viviendas de la Diagonal 372 se instalara el pájaro noctámbulo.Rafael, el portero de la finca, me explica: «Yo llegué a Barcelona hace 50 años y ya estaba el búho ahí, parapadeando, ya que con las luces se le cerraban y abrían los ojos».

Otros recuerdan cómo las luces neón dibujaban círculos en esos tremendos ojos amarillos del mochuelo, ojos que hipnotizaban a los transeúntes aunque, menos mal, desde los coches que bajan por la Diagonal era difícil verlos. Ahora, además, desde hace ocho años que ni siquiera se iluminan. Fueron un invento de Rótulos Roura, una empresa líder en España y Portugal que en los años 90, en manos primero de unos franceses y después del constructor Ginés y Navarro, arrastraba muchas pérdidas. Ahora figura como Roura Cevasa, es propiedad de ACS y tiene su sede en la misma Diagonal, pero más abajo, al lado de la Torre Agbar.

Se le apagaron las luces al búho cuando el ayuntamiento quiso eliminar de la ciudad esos grandes anuncios de neones que abundaban en algunas arterias principales o en plazas como la de Francesc Macià. Pero mientras otros, menos ingeniosos y meras letras de neón, se desmontaban, el búho consiguió que le perdonasen la vida, aunque sin irradiar ya sus luces hipnotizantes.

Ahora, aparentemente, hay un contrato de mantenimiento entre los propietarios de la finca y el propio ayuntamiento para no perder un pequeño símbolo de la ciudad, seguramente el único mochuelo que se atreve a adentrarse tanto al centro. A apenas 200 metros, a un poco más de altura, anidan los halcones de la Sagrada Família. De momento, no han buscado cobijo en el regazo del búho.