Una singular capacidad de las mujeres

He pasado la puerta y he entrado en la sala de espera. Ya había seis o siete personas que esperaban su turno para ser citadas. Sin mucho interés, he cogido una revista que había en una mesita. Se trataba de hacer un ejercicio de paciencia. Por algún motivo los médicos llaman pacientes a sus enfermos.

De modo que fui paciente en aquella silla antes de ser paciente cuando el médico me dijo que era conveniente hacerme una radiografía. El tiempo que había pasado en la sala de espera estaba presidido por un silencio colectivo. Dos mujeres que quizá eran parientes soltaban de vez en cuando un suspiro. Una chica, quizá nerviosa por la espera, intentaba hablar por el móvil y parece que no le respondían. 

Tantas personas capaces de inmovilizarse me causaban una cierta impresión. En otras ocasiones yo había contemplado notables charlas a cargo de quienes esperaban su turno para ser visitados. Siempre me había resultado incómodo enterarme de que la señora de la blusa azul tenía algo en el riñón que debía controlar. "A mí no", decía otra. "Mi problema está en la barriga". Así, un vago "la barriga". Son los médicos quienes conocen estas cosas y cómo se llaman. Por eso son médicos, ¿no?

"Parirás con dolor"

Sí, los médicos son analizadores capaces de descubrir y valorar un hecho, un problema, un estado físico. La medicina, en general, ha hecho un progreso extraordinario a lo largo de los siglos, y especialmente durante estos últimos decenios. Muchas enfermedades han dejado de ser mortales, o al menos graves. Naturalmente, no somos eternos, pero los tratamientos llamados paliativos ya son de uso generalizado. Las mujeres pueden escaparse de la dura sentencia: "Parirás con dolor".

Cada vez con menos dolor, pero los que somos del género masculino debemos solidarizarnos con el sabio Leónidas, que ante quien despreciaba el sexo femenino dijo esto: "Solo las mujeres saben hacer hombres".