Editorial

Una mirada pluralsobre Catalunya

EL PERIÓDICO ha querido auscultar cómo se ve el proceso catalán a pie de calle en el resto de España

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Desde hace dos años, desde aquella manifestación masiva del Onze de Setembre del 2012, los españoles no catalanes han asistido atónitos, desconcertados, indignados o complacidos -que de todo hay- a la evolución de una Catalunya, en la que el independentismo se ha convertido en el principal referente político. Avisó el president Montilla en el 2007 del riesgo de desafección, como antes había advertido Maragall del peligro de dejar pasar el tren federal. La campaña de firmas contra el Estatut -y contra Catalunya, por disparar al bulto- del PP de Rajoy y la sentencia del Constitucional que recortó el Estatut en el 2010 contribuyeron lo indecible a fraguar la explosión. Y por descontado, la crisis económica con toda su crudeza acabó de cebar la insatisfacción, el desafecto y la indignación. Tiempo tendrán los historiadores para analizar esta última década, pero los hechos están ahí.

Frente al griterío político, la falta de diálogo y la poca altura de miras, el resto de los españoles se pregunta qué está pasando en Catalunya. EL PERIÓDICO ha querido sortear tópicos, esquivar intermediarios y zambullirse en diversas realidades para auscultar qué opinan aragoneses, andaluces, madrileños, gallegos y un largo etcétera, de lo que ocurre en Catalunya, y cuál es su diagnóstico. No es una radiografía científica, pero si suficientemente real. Elaborada a partir de contactos con lectores de tierras no catalanas, que a lo largo de muchos meses se han dirigido al espacio Entre todos para exponer su opinión y sus inquietudes. Ellos han servido de pista de aterrizaje para que nuestros redactores pudieran dialogar sobre el terreno con gente dispuesta a explicarse. Con tranquilidad, sin malos modos, con afán de comprender y con espíritu crítico. Con el dolor de quien percibe una Catalunya que descalifica a bulto a los españoles, o con la sana envidia, en otras ocasiones, de quien cree que, al menos por estas tierras, alguien cuestiona el sistema establecido.

Hay opiniones para todos los gustos, porque España contra las visiones reduccionistas, también es muy diversa. En definitiva, nuestros lectores encontrarán a lo largo de este viaje un retrato plural de cómo ve el resto de España a los catalanes, cómo se ven las cosas a pie de calle. Por fortuna, y con todas las salvedades, se aprecia más sensatez y sinceridad que en los púlpitos de la política.