Pequeño observatorio

Una grave incapacidad para el diálogo

Da la impresión de que un cambio de Gobierno no solucionaría nada en Catalunya

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Aunque ya hayan pasado varios días, no puedo dejar de felicitar a Enric Marín, que publica regularmente sus artículos en EL PERIÓDICO. Me parece especialmente lúcido el que apareció en este diario días antes de las votaciones del 27-S. No podía conocer los resultados, naturalmente, pero decía que ya se podía afirmar que el soberanismo había ganado. «Incluso si no llega al 50% de los votos emitidos». Y había ganado ya porque no había freno para un movimiento independentista que se incrementaba. «Ya nadie podrá decir que este movimiento es un suflé que ha emergido de forma inesperada».

Marín subraya un hecho que me parece significativo: por parte del Gobierno español no ha habido ni un mínimo intento de seducir o convencer. No ha habido ninguna propuesta atractiva. El Gobierno español de hoy, con Mariano Rajoy a la cabeza, está visiblemente petrificado. Solo abre la boca para anunciar catástrofes. Ninguna propuesta ni intención de diálogo.

Una cancioncilla francesa, incluida en una opereta, decía: «No vale la pena, no vale la pena cambiar el Gobierno». Da la impresión de que, en efecto, un cambio de Gobierno no modificaría nada. Sería tan rígido como el actual.

No ha habido ninguna propuesta. No ha habido intercambio de argumentos. Ninguna posibilidad de mesa de discusión. La única reacción ha sido perseguir la derrota de los soberanistas. No se ha tenido en cuenta que en otros países con conflictos políticos el Gobierno analiza la situación y dialoga con la oposición y con los ciudadanos.

Parece que esta atrofia de los órganos de conexión política -una atrofia que en otros siglos significó notables pérdidas para la expansiva España imperial- es un error que no se sabe corregir. El decantamiento ideológico y cultural del catalanismo ya es una realidad, dice Marín. Es perfectamente previsible que el latido soberanista no será un fenómeno fugaz.