Pequeño observatorio

Una fiesta escolar que era mía

Los dos ochos que desde hoy llevo encima, 88 años, no me aseguran dos infinitos

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Yo nací un día como hoy: un 7 de marzo. En aquellos tiempos, el 7 de marzo no era un día cualquiera para los que estudiábamos el bachillerato en los escolapios. Era el día de Santo Tomás de Aquino, que entonces se consideraba el patrón de los estudiantes. En ese ambiente me podía permitir una pequeña broma: decir a mis compañeros de clase que si al día siguiente hacían fiesta me lo debían a mí, no a la celebración del patrón escolar. La fiesta que haríamos era gracias a que se iba a celebrar mi cumpleaños.

Ya hace tiempo que la coincidencia se acabó. No sé exactamente cuándo, pero yo ya estaba lejos de las aulas cuando trasladaron la conmemoración del santo a otra fecha. De todos modos, la fiesta propia de los escolapios era la de San José de Calasanz, fundador muy remoto de la Escuelas Pías, una institución dedicada en principio a las clases populares.

Recuperé el pasado cuando, en un viaje a pie por la comarca aragonesa de la Litera, pasé por Peralta de la Sal o de Calasanz. Entré en el santuario y mientras curioseaba se me acercó un escolapio vestido de paisano, algo increíble en ese tiempo. Era el padre Subias, que tenía una característica: me hablaba con el catalán de la Litera, pero cuando tenía que enseñarme cuadros y objetos de la iglesia lo hacía en castellano. Una lengua era la del cura y otra la del cicerone. El automatismo del cambio de lengua era impecable. Y pensé en el tiempo de la posguerra, y en el padre Rey. Porque el padre Rey, que daba clases en castellano, como todo el mundo, ante un disparate que dijo un alumno se le escapó: «¿Noi, que no has entès res?».

Ahora, si no me equivoco, el día 7 de marzo ya no es un hito del calendario escolar. Y se me ocurre pensar que si el número 8 lo ponemos acostado (∞), si no me equivoco representa el símbolo del infinito. Pero los dos ochos que ahora llevo encima, 88, no me aseguran dos infinitos. De hecho, ni un solo día.