Una apuesta por proteger la biosfera

La necesidad de conservar el medio natural, entendido como el escenario existencial de las sociedades humanas, tiene sus raíces remotas en las primeras formulaciones de la medicina y la salud. Hipócrates de Cos, considerado el padre de la medicina científica, hace 25 siglos enseñaba a sus discípulos que la mejor manera de entender el estado de salud y la calidad de vida de los ciudadanos era observar el estado del entorno que habitaban. Con esta aseveración establecía la importancia clave de la calidad del medio para la sociedad. El patrimonio natural, más allá de su indiscutible valor ecosistémico, constituye un inmejorable indicador del estado de salud de los ecosistemas y del territorio que los soporta y que nos sostiene a los humanos.

La figura de las reservas de la biosfera (RB) representa un modelo que, entre otros, trasciende el valor de las figuras de protección implementadas y gestionadas competencialmente por las instituciones gubernamentales de cada país, sin duda de un valor insustituible. Las RB, en tanto que constituyen una red planetaria -con todo lo que significa esta dimensión universal a nivel de intercambio, cooperación y transferencia de información y de experiencias-, permiten una visión global, necesaria para afrontar, por lo menos en parte, la complejidad de la gestión sostenible de los recursos planetarios.

Un objetivo central de las RB está basado en la compatibilización de la conservación ecosistémica y paisajística y las actividades humanas, en su dimensión cultural y productiva, desde la perspectiva de la sostenibilidad. En este sentido, la región mediterránea, en sentido amplio, constituye un ejemplo notorio de paisaje resultante de un intercambio adecuado, a lo largo de la historia, entre lo que algunos autores denominan historia social y la historia natural, siendo un híbrido de ambos componentes.

La mediterraneidad representaría un ejemplo de coexistencia entre dos grandes fuerzas inductoras: las de carácter biofísico y las de carácter socioeconómico. El desarrollo del Centro para las Reservas de la Biosfera Mediterráneas surge en este contexto, en un momento histórico en el que la comprensión de la mediterraneidad en términos de sostenibilidad y de bioeconomía constituye un reto para el avance hacia un futuro social y ambientalmente sostenible. El centro, que se encuentra ubicado en la sede de la Fundación Abertis del castillo de Castellet (Castellet i la Gornal, Alt Penedès), fue creado el 14 de noviembre del 2013 en el marco de la conferencia general de la Unesco en París. Fue inaugurado el 5 de abril del 2014 y constituye la primera experiencia público-privada en este ámbito.

Está catalogado dentro de la categoría II y representa una modalidad especial en el sistema de las Naciones Unidas. Su fin principal es la consecución de los objetivos estratégicos del programa de la Unesco. Estos centros prestan, en el país en el que se ubican y en los de su entorno regional, asistencia técnica en las esferas de competencia de la ONU mediante actividades de aumento de capacidades y formación, investigación y establecimiento de redes entre ellos para compartir información y conocimientos. El centro se basa en un compromiso entre el Organismo Autónomo de Parques Nacionales (Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente) y la Fundación Abertis. Cuenta con el soporte académico del Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals (ICTA) de la Universitat Autònoma de Barcelona, y sus objetivos se definen a través de siete grandes líneas estratégicas: fortalecimiento de las relaciones entre reservas de la biosfera del Mediterráneo; dimensión académica y de investigación; comunicación, formación y educación ambiental; centro de documentación; cooperación Norte-Sur; fortalecimiento de los vínculos entre academia, sociedad civil y empresa, y relaciones institucionales locales y regionales relacionadas con el ámbito del Mediterráneo.

El castillo de Castellet se ubica en el ámbito del espacio natural protegido del parque del Foix, en un entorno de marcado carácter mediterráneo. Además de ser un edificio histórico declarado bien de interés cultural y haberse convertido en modelo de rehabilitación sostenible, es un espacio de difusión de ideas, experiencias y proyectos, y cuenta con las mejores condiciones como lugar de comunicación y conocimiento que acoge la celebración de simpósiums, cursos y jornadas abiertas al público, así como para el intercambio a partir de la investigación y del conocimiento entre ambas orillas del Mediterráneo en materia de gestión de la biodiversidad y de los recursos naturales.