MIRADOR

Un catalán universal para abrir murallas

IOSU DE LA TORRE

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Es indudable quePep Guardiolaes el mejor embajador que tiene Catalunya en el mundo. A partir de ahora,Artur MasyOriol Junqueraslo tendrán más fácil para que les comprendan en el extranjero. La credibilidad del entrenador del Bayern garantizará que se escuche mejor a los catalanistas que intentan explicar por Europa qué está pasando.

La semana pasada en París, buena parte de los participantes en el congreso periodístico GEN News se quedaron perplejos al escuchar el arranque del discurso del enviado de la Generalitat al dar por supuesto que todos estaban informados de cuáles son las aspiraciones del pueblo catalán. Hubo murmullos e incredulidad. ConGuardiolaesta situación no se produciría: es una estrella, un icono, reconocible en cualquier parte del mundo gracias al fútbol, domina cinco idiomas y está cargado de virtudes.

SiAngela Merkeldeseó una cita para comer conVicente del Bosque,qué no querrá la cancillera de este catalán brillante, elegante y sorprendente en el dominio de la lengua deGoethe. Si llega el encuentro en que el técnico de los 14 títulos en tres temporadas con el Barça explique sin eufemismos a qué aspiran muchos ciudadanos, Catalunya, esa Catalunya hacia la independencia queGuardiolatambién sueña, habrá dado un paso imposible en otras manos, en otros pies.Si lo están comparando conObama, con el papaBenedicto,conLennon,aprovéchenlo los soberanistas. Que ya solo faltan Jesucristo, Kennedyy elChe Guevaraen la metáfora.

Hoy, desde Barcelona miramos hacia Múnich con envidia. Han conseguido al hombre perfecto, uno de los nuestros. Al gran virtuoso. Al obsesivo de los retos más difíciles. Ordenado, gran trabajador, madrugador, entregado como un jesuita en África, perfeccionista hasta en el color adecuado de la corbata. Lo han retratado como un superhéroe. Acabarán eligiéndole alemán del año. El camino no será fácil. Los virtuosos crean fanáticos por bandos, los que les adoran y los que los odian. Así está hoy el barcelonismo, entre los que vienen y los que se van. Dividido. Como siempre.