Dos miradas

Umbral

Uno de cada tres niños pasa hambre de verdad. Es muy difícil, entonces, hablar de pronombres y de ecuaciones en clase

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Maria Truñó, responsable de las políticas de infancia de Unicef en Catalunya, volvió a decirlo ayer en TV-3. Uno de cada tres niños vive por debajo del umbral de la pobreza. Umbral. Pobreza. Hace tiempo que muchas otras entidades lo avisan: aumenta de manera alarmante. Este umbral es una frontera, una barrera, un obstáculo que se traduce en detalles concretos. No hablamos de estadísticas vagas sino de realidades muy punzantes. Una profesora regaña a una niña porque no lleva a clase la agenda donde se han de apuntar las incidencias del curso. La niña le responde que no la puede llevar porque, sencillamente, no tiene. En casa no hay dinero para comprar esa cosa ridícula, un montón de papeles encolados con los días de la semana. «Quizá cuando cobremos», dice la niña. Ese sueldo minúsculo deberá servir para comprar la agenda, tal vez, o tal vez se tendrá que dedicar a tener la nevera no tan vacía como ahora. Un niño medio se desmaya en clase. Contesta con evasivas. La profesora indaga. La noche antes no ha cenado y tampoco ha desayunado esta mañana. Se desmaya. Casi. El umbral del desmayo. La familia quizá espera un trabajo que no llega y, mientras tanto, nada. Pobreza. Esta nevera está vacía del todo. Sin exageración. Quizá unas galletas milagrosas que salen de no se sabe dónde. Umbral. Uno de cada tres niños pasa hambre de verdad. Es muy difícil, entonces, hablar de pronombres y de ecuaciones. Y muy alta, la barrera. Y la frontera, un muro.