Los conflictos idiomáticos

Ucrania, por ejemplo

El caso del ruso en territorio ucraniano ilustra el choque del nacionalismo lingüístico con la realidad

Ucrania, por ejemplo_MEDIA_2

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ALBERT BRANCHADELL

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La anécdota es conocida. En una rueda de prensa celebrada en el cuartel de la selección española en Gniewino, una periodista local preguntó aGerard Piquési conocía la existencia del casubio, una lengua eslava hablada en esa zona de Polonia, y nuestro honrado futbolista tuvo que reconocer que no tenía ni idea.

Sin duda,Piquéno tenía por qué saber que según el censo de población en Polonia hay 52.665 personas (sobre 38 millones) que hablan casubio, una de las 15 lenguas del país y que goza de la protección de la Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias, la convención del Consejo de Europa que entró en vigor en Polonia el 1 de junio del 2009. Las cosas habrían sido un poco distintas si en lugar de residir en Gniewino, en Polonia, la selección española se hubiese alojado en Kircha, cerca de Donetz, en Ucrania (donde jugó anoche), y aPiquéle hubiesen preguntado por el ruso. Si miramos la situación de Donetz desde el punto de vista de la nacionalidad, se registra un empate técnico: los rusos constituyen el 48% de la población, y los ucranianos, el 47%. Pero desde el punto de vista lingüístico el ruso gana por goleada: el 85% de los ciudadanos tienen el ruso como lengua nativa.

La aparatosidad de las cifras no es lo único que hace difícil justificar la ignorancia. Lo del ruso en Ucrania tiene una dimensión política de estrictísima actualidad. El pasado mes de mayo, y gracias a Youtube, el mundo pudo presenciar la brava pelea que varios diputados mantuvieron en el interior del Parlamento de Ucrania durante los debates en torno a la ley 9073 sobre las bases de la política lingüística estatal. ¿Qué dice esta ley y, sobre todo, por qué produjo esta erupción de violencia?

En Ucrania se produce un choque relativo entre los planteamientos del nacionalismo ucraniano, moldeado sobre el lemaUna nación, una lengua, y la realidad demográfica del país. Como decíaViktor Iushenko(el malogrado líder de larevolución naranja), «la esencia de Ucrania pasa por la lengua ucraniana». Pero el problema es que en esa nación ucraniana un 30% de la población tiene el ruso como lengua nativa, y para un porcentaje todavía más elevado el ruso es su lengua habitual, especialmente en el este y el sur del país (caso de Donetz).

Desafiando su pluralidad lingüística interna, el joven Estado ucraniano optó por el monolingüismo oficial y en su Constitución de 1996 estableció que la (única) lengua estatal de Ucrania es el ucraniano. Desde aquel entonces el estatus de la lengua rusa en Ucrania ha sido objeto de controversia. En diferentes ocasiones se ha discutido la conveniencia de convertir el ruso en segunda lengua estatal. La controversia adquirió un acento nuevo a raíz de la ratificación por parte de Ucrania de la Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias, que entró en vigor en suelo ucraniano el 1 de enero del 2006. El primer informe presentado por Ucrania fue literalmente vapuleado por el Comité de Expertos que supervisa la aplicación de la Carta. Para empezar, el comité desacreditó la pretensión ucraniana de otorgar al ruso el mismo nivel de protección que el gagauzo (una lengua tan recóndita como el casubio dePiqué). En segundo lugar, el comité consideró que queda mucho por hacer en la tarea de «asegurar que el legítimo interés de promover el uso de la lengua estatal como uno de los medios para mantener la cohesión nacional se realice sin dificultar al mismo tiempo el libre uso del ruso en los términos establecidos por la Carta».

En este contexto, lo que pretende la ley 9073 no es convertir a Ucrania en un lacayo de Rusia, como sostiene algún internauta ocurrente, sino dar rango legislativo al compromiso adquirido por el Estado ucraniano ante el Consejo de Europa en el momento de ratificar la Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias. En este sentido, la ley 9073 no dice cosas especialmente diferentes de las que dijo en su día el Comité de Expertos. La ley garantiza la plena funcionalidad de la lengua estatal en todas las esferas de la vida pública y en todo el territorio estatal, pero al mismo tiempo se propone crear la posibilidad efectiva de usar el ruso en la Administración local en los territorios donde los ciudadanos de lengua rusa constituyan al menos el 10% de la población.

El caso del ruso en Ucrania, tan diferente del casubio en Polonia, ilustra las dificultades con que se encuentra el nacionalismo lingüístico cuando sus presupuestos de uniformidad lingüística no son refrendados por la realidad.Piquéno pudo pronunciarse sobre el ruso en Kircha porque ni siquiera estuvo allí; pero si hubiese estado acaso podría haber dicho que Ucrania, lingüísticamente hablando, se parece mucho a Catalunya, con la diferencia de que en Catalunya los diputados no solo no se lían a tortas en el Parlamento sino que ya hace años que hicieron lo que el Consejo de Europa pide a sus colegas ucranianos: encontrar un equilibrio entre el objetivo de reforzar la lengua nacional y las necesidades y los derechos de los ciudadanos que usan la otra lengua del país. Profesor de la Facultad de Traducción

y de Interpretación de la UAB.