Trias, entre el pasado y el futuro

Xavier Trias encara la recta final de su primer mandato como alcalde de Barcelona con un activo que cuando llegó al cargo parecía imposible que pudiera lograr: gobernar en minoría y sin apoyos formales estables. En los tres años largos transcurridos, Trias ha hecho de la necesidad virtud, y aunque a menudo ha buscado y encontrado en el PP el aliado imprescindible para aprobar los asuntos sometidos a votación en el plenario, ha podido mantener el criterio propio para la gobernación de la ciudad, a lo que ha contribuido su política de continuidad con respecto a las apuestas estratégicas de Barcelona. Consciente de que tras las próximas elecciones la composición del ayuntamiento será probablemente más diversa y compleja que ahora, Trias anuncia su disposición a pactar con quien sea, incluso con Ada Colau si es preciso. Y en otra demostración de que no piensa solo en el corto plazo, insinúa con claridad que quiere ser el alcaldable de CiU también en el 2019. Trias, pues, se siente con fuerza, y es indispensable que sea así dados los retos que debe afrontar Barcelona. Por ejemplo, el de la gestión del boom turísticoboom: es positivo que el alcalde se manifieste contra la especulación derivada del descontrol en los apartamentos y abogue por tomar decisiones que permitan a los barceloneses una buena convivencia con el turismo de masas. Porque exista o no, como dice, un interés político en crear agitación con este asunto dada la proximidad de las elecciones, problema háylo.