Los jueves, economía

¿Tranquiliza Europa a los mercados?

La cumbre de la UE registró avances, pero debe dar seguridad sobre su futuro con nuevas medidas

¿Tranquiliza Europa a los mercados?_MEDIA_2

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ANTONIO ARGANDOÑA

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«Los mercados financieros están locos», dice el lector. Sí, o al menos lo parece. «No saben lo que quieren». Sí, lo saben. Los que toman decisiones financieras reaccionan a dos estímulos: rentabilidad y riesgo. Y miran al futuro. Y funcionan con mentalidad de rebaño -y con esto no pretendo insultar al ganado; bueno, tampoco a los financieros o, al menos, no a todos-. Y todo esto es muy lógico, al menos para ellos.

La cumbre de la Unión Europea de finales de junio tomó unos acuerdos que incluían avances hacia la unión fiscal, la unión bancaria, el uso de los fondos europeos (como el Mecanismo Europeo de Estabilidad, MEDE) para comprar deuda pública de los países que lo necesiten y otras medidas que agradaron a los inversores porque reducían el riesgo a largo plazo de sus inversiones: la prima de riesgo bajó, y la bolsa subió. Punto. Pero agua pasada no mueve molino, dice el refrán castellano. Los mercados ya han dejado de pensar en aquello, y han vuelto a poner su atención en el futuro. Han llegado nuevas noticias, que han enfriado algo el optimismo de las anteriores. Y los mercados han reaccionado a las nuevas noticias aumentando la prima de riesgo. A esto me refería cuando, al principio, decía que los mercados miran al futuro.

LOS MERCADOS funcionan como un rebaño, al menos en parte. Si usted gestiona un fondo de pensiones, y ve que otros venden deuda pública española y hacen bajar su precio, usted «debe» vender deuda pública española, al menos por tres razones. Una: esa deuda ha perdido valor, de modo que la cartera de su fondo se deprecia. Venda cuanto antes para evitar una pérdida mayor. Dos: si vende ahora y sigue bajando, la podrá volver a comprar más adelante, más barata, y hará un beneficio. Tres: usted no lo sabe todo; los demás tampoco, pero quizá saben más que usted; si ellos venden, sus razones tendrán, de modo que… venda.

Esto quiere decir que los mercados seguirán nerviosos y sobrerreaccionando a las noticias de cada día, que suelen ser negativas. Entonces pedimos que se ponga fin a esa colección de titulares tremendistas. Olvídense, no lo conseguiremos. ¿No hay solución? Aparentemente sí: que «alguien» ofrezca garantías de que toda la deuda implicada en la crisis será debidamente atendida: la de las familias, la de las empresas, la de los bancos, la de los gobiernos y la de los países (que es la resultante de las otras deudas).

Pero ese «alguien» no existe, no está previsto. ¿Podemos inventarlo? ¿El Banco Central Europeo, quizá? No está en el guión, aunque podemos reescribirlo, claro. ¿Los fondos europeos? Vale, pero, ¿tienen fondos para garantizar toda la deuda de todos los países? No, claro. Y, además, no quieren convertirse en los paganos de los excesos de otros países. «Pero tendrían que hacer algo». Ya lo hacen. La construcción de la moneda única no está mal, pero tiene algunos defectos. Le falta un buen mecanismo de prevención de las crisis: lo tiene para la mala gestión fiscal (Grecia), pero no para otras crisis (Irlanda, España).

No tiene mecanismos para ayudar a los países con dificultades, sean estas fiscales, bancarias o de recesión. Faltan mecanismos de regulación y control de las crisis bancarias. No ha definido bien los papeles de organismos como el Banco Central Europeo y los fondos de estabilización mencionados antes. Y debe volver a redactar las reglas de funcionamiento a largo plazo, sobre todo las fiscales y las bancarias.

Por todo ello, me parece que la cumbre de junio fue un avance, aunque incompleto. A la vista del breve listado de defectos de la moneda única que acabo de presentar, era lógico avanzar hacia la unión bancaria (mecanismos de regulación, supervisión y recapitalización de los bancos en dificultades en la zona euro) y la unión fiscal (control de los déficits y de los planes de consolidación fiscal de los países miembros, y posible uso de los «bonos de estabilidad» para ayudar a países cuyo acceso a los mercados se ha visto bloqueado por las dudas sobre su solvencia).

QUEDA MUcHO por hacer, claro. Y sería muy bonito que, a partir de ahora, las decisiones se tomasen con más rapidez y claridad. Pero los que toman esas decisiones son los que son y actúan como actúan: ¡qué le vamos a hacer!

Con motivo de las últimas convulsiones financieras, el Gobierno español ha vuelto a ponerse en la tarea de contener el crecimiento del déficit y de la deuda: pero ahora las medidas se han de tomar con urgencia, aunque no necesariamente se han de aplicar inmediatamente. Esto es un paso importante para la consolidación fiscal y para la salida de la recesión.

El Gobierno tiene que luchar en dos frentes. Uno, externo, para reducir las presiones sobre nuestra deuda soberana y bancaria. Y otro, interno, para facilitar la recuperación de la economía nacional. Y aunque las noticias financieras alarmantes tengan un impacto negativo sobre las empresas y las familias, es importante no dejar de llevar a cabo todas las reformas necesarias. Profesor de lESE. Cátedra La Caixa.