Al contrataque
Tragedias y ultraderecha
El antisemitismo y la islamofobia son pura falta de talento y demuestran la incapacidad para convencer en una contienda dialéctica
Xavier Sardà
Periodista
Es licenciado en Ciencias de la Información, con una amplia trayectoria en radio y televisión. Su actividad se centra actualmente en tertulias de carácter político.
XAVIER SARDÀ
A las tragedias de Bamako y París se añade que los ultraderechistas pueden sacar provecho político de ellas. Disparatado contrasentido.
¿Por qué votan a un partido de extrema derecha? Ya lo entiendo. Si tu país sufre amenazas, tú votas a un partido que amenaza. Si tienes miedo, votas a un partido que da miedo. Si experimentas desasosiego, votas una opción desasosegante. Y si sientes odio, votas a un partido para odiar organizadamente. Vuestra belicosa debilidad es en sí misma otro problema. No sé de quién nos defendéis, pero sí sé que muchos debemos defendernos de vuestra defensa. Sois el rottweiler que se come al hijo de su cuidador.
El antisemitismo y la islamofobia son pura falta de talento y demuestran la incapacidad para convencer en una contienda dialéctica. Buscáis la explicación de vuestros fracasos en las supuestas artimañas del judaísmo y el islam. Ser contrario por prejuicio solo atestigua que en el mundo existen envidiosos y fracasados. Como diría Hannah Arendt refiriéndose a Adolf Eichmann, sois hombres y mujeres «terroríficamente normales».
EXHIBICIONISMO BELICISTA
La extrema derecha europea y su creciente vigor electoral no serían más que algo moralmente vejatorio si no fuese porque además consiguen cambiar los comportamientos del resto de formaciones políticas. Hollande es el ejemplo reciente del exhibicionismo belicista y del estado de excepcionalidad política en un forzado semitono más alto porque existe la señora Le Pen, dispuesta a recoger los votos ensangrentados.
En la mayor parte de los países supuestamente civilizados de Europa han surgido formaciones ultraderechistas que obligan al resto de partidos a la mueca y la mascarada. Con la excusa de que los votos no vayan a la ultraderecha, se proponen en ocasiones políticas aledañas. Alzamos discretamente el brazo para frenar la sangría hacia los frentes nacional-amaneceres-FPOs-UKIPs y un larguísimo etcétera.
Cameron amenaza con marcharse de Europa porque cuatro millones de votos del Reino Unido han votado a la extrema derecha. En Austria, mostrar sensibilidad por la multiculturalidad implica regalar votos a los ultras. A Finlandia y Hungría las unen también un enorme sumidero de votos totalitarios.
El terrorismo integrista y la ultraderecha europea han nacido para entenderse. Es la náusea del 'cuanto peor, mejor'. Me niego a que la ultraderecha nos condicione, me niego a que las muertes de París den votos a Le Pen, me niego a que la gente no pueda ser conservadora sin ser hooligan del despojo político y me niego a dar por sentado que por aquí estamos vacunados de la carcundia.
Se puede decidir bombardear o no, se pueden enviar tropas o no, pero que la decisión no se tome por el insolente calendario electoral.
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