Análisis

"Todos los uruguayos nacemos gritando gol"

DAVID TORRAS

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"Todos los uruguayos nacemos gritando gol", escribía Eduardo Galeano y este miércoles su voz se hizo tan lúcida como toda su obra. Pero curiosamente uno de los mayores elogios que le dedicó a Luis Suárez fue justamente por evitar uno en el Mundial de Sudáfrica. "Gracias a este acto de patriótica locura, él fue expulsado, pero Uruguay no". Galeano siempre estuvo rendido a la magia de Messi, el único futbolista que le hacía "amar y soñar" y de quien elaboró una curiosa teoría, que le entusiasmó tanto que le mandó una camiseta. "Messi es un caso único en la humanidad. Así como Maradona lleva la pelota atada al pie, Messi lleva la pelota dentro del pie. Lo cual es un fenómeno físico inverosímil. Científicamente es imposible. ¡Pero es la verdad!", decía.

La teoría de Galeano volvió a cumplirse, como tantas y tantas veces. Aunque Leo no marcó, la pelota siguió dentro del pie. Pero en París, quien hizo algo parecido con el balón fue su compatriota Suárez, que no actuó de "arquero" y, desde dentro del pie, le hizo dos caños a David Luiz (sí, el primer central de la lista del Barça por recomendación de Rosell) antes de dibujar dos golazos. Nadie merece una teoría como la de Messi, pero el mejor homenaje a Galeano tenía que escribirlo un uruguayo que también nació gritando gol y que se ha pasado la vida haciéndolo. Dejó de hacerlo en Sevilla, y un tipo como él tenía que redimirse.

Nadie está más cerca de Berlín que el Barça, con un pie y medio, sino los dos, en semifinales por más que Mathieu se empeñara en mantener su racha goleadora con la portería cambiada. Ni esa mala pata deshonra la contundente actuación azulgrana, superior de principio a fin y especialmente hegemónico cuando más fiel fue a la identidad de la que otras veces ha perdido el rastro, simbolizado por la valiosa aparición de Xavi. No hay fórmula más magistral para este equipo que la combinación de parte de lo que fue con lo que pretende ser, una obligada evolución por la inclinación que ha sufrido en el campo hacia adelante a partir de la convivencia de MessiNeymar y Suárez.

El Barça marcha más firme por Europa que cualquier otro. Si acaso solo el sorprendente Oporto se le acerca, después de que en el doble duelo de banquillos con aire azulgrana de ayer (Luis Enrique-Blanc y Guardiola-Lopetegi), el Bayern quedara seriamente tocado. No lo tendrá nada fácil, de la misma manera que el Madrid tampoco puede sentirse tranquilo, después de haber flirteado ya con el desastre ante el Schalke 04. Europa se ha puesto exigente y ya echó sin contemplaciones al lastimoso Chelsea de Mourinho. Lo logró (habrá que recordarlo para quienes desde Madrid echarán por tierra el éxito azulgrana) un PSG con 10 y con prórroga incluida. Así que, dando por hecho que el Barça no hará 'chuminadas', está por ver las tres bolas que le acompañarán en el sorteo de las semifinales.

Galeano habría celebrado los dos goles de Suárez, el ejecutor de la buena obra azulgrana. Berlín está un poco más cerca. El Barça va por el buen camino y Messi sigue "con la pelota metida dentro del pie".