¿Y si todo fuera por envidia?

El presidente del Gobierno en funciones y del PP, Mariano Rajoy, en su audiencia con el Jefe del Estado este jueves

El presidente del Gobierno en funciones y del PP, Mariano Rajoy, en su audiencia con el Jefe del Estado este jueves / periodico

ALBERT SÁEZ

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Desde fuera de la política, a menudo no entendemos lo que hacen esta gente. Cuando los vemos capaces de repetir las elecciones por tercera vez antes que ponerse a negociar o a transaccionar, nos parecen seres de otro planeta. Y tendemos a pensar que hacen lo que hacen por táctica y en los mejores pensamientos por estrategia. Incluso en instantes de debilidad llegamos a elocubrar que lo hacen hasta por coherencia ideológica. Pero todas estas consideraciones menosprecian la condición humana de la política y de los políticos. Y si resultara que todo lo hacen por envidia. Si lo que pasara es que Rajoy envidia la juventud de Rivera y Sánchez. O que Rivera anhela tenen tanto poder con su partido como el que tiene Rajoy. O que Sánchez se está vengando y solo desea que Rajoy sea el segundo político español que se presenta a una investidura para perderla

La envidia es el pecado capital más torticero. La lujuria produce algún tipo de placer. La pereza llega a mejorar la salud. La ira descarga tensión. La gula hace retozar al paladar. La avaricia acumula bienes. La soberbia otorga seguridad. Pero la envidia es simplemente paralizante porque antes que anhelar lo propio busca destruir lo ajeno. Rajoy no quiso que Sánchez fuera presidente. Y prefirió jugársela con no serlo él, antes que morirse de la envidia. Lo más lamentable de este enredo moral entre los líderes es que los ciudadanos no quedamos en un segundo plano sino más bien en un tercero o en un cuarto. Nos reducen a la simple categoría de espectadores de sus envidias. O en el mejor de los casos nos utilizan para convertir su envidia en nuestro odio como ha pasado a menudo con la llamada nueva política. Enmascararon su envidia en nuestro malestar hasta que les llevamos en volandas hasta las alcaldías. Y ahí nos dejaron con su envidia convertida en el odio entre conciudadanos mientras ellos se han conchabado para convertirla en su nueva forma de vida  cada día se aleja un poco más de la nuestra. Seguramente la envidia no lo explica todo en política como tampoco lo hacen ni la ideología ni la estrategia. Siempre nos gobernará algún ser humano.