Pequeño observatorio

¿Todavía hay cruzados cristianos?

Alberto Fernández Díaz, como un activo católico, debe saber muy bien qué es la caridad, virtud teologal que inclina a amar a Dios y al prójimo

refugiados en Lesbos

refugiados en Lesbos / periodico

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Me permito hacer una pregunta al lector. «Si ve a alguien que está en grave peligro, ¿le ayudaría o no en función de su aspecto, de sus creencias, de su origen?». Nadie está obligado a ser un héroe, pero hay unas determinadas circunstancias en las que una actitud de ayuda me parece exigible.

Juancho Dumall explica en EL PERIÓDICO este hecho: Alberto Fernández Díaz, concejal del Partido Popular del Ayuntamiento de Barcelona, ha pedido que la ciudad dé prioridad a la ayuda a los cristianos que huyen de la guerra y del integrismo islámico. Y se pregunta Dumall: «¿A qué viene a estas alturas diferenciar la religión de quienes huyen de la guerra y del hambre?».

El político, como activo católico, debe saber muy bien qué es la caridad. Una virtud teologal que inclina a amar a Dios y amar al prójimo. Una actitud generosa y comprensiva que acepta y respeta la diversidad. Porque la diversidad, pienso, no es un invento partidista, es una realidad que se encuentra en todos los ámbitos, y me atrevo a decir desde la creación del mundo.

Pero más allá de las religiones, están aquellos valores calificados de humanitarios. A veces, ante una especie de hechos, decimos: «Esto es inhumano». Y así queda muy claro que hay unas acciones, unas exigencias, una falta de respeto, una crueldad que no es propia de la especie humana. Nos hemos investido de una ética y una moral. Hemos creado una diversidad de religiones. Tenemos el instinto de la convivencia.

Y de repente nos llega la noticia. Unos infelices que han tenido que refugiarse huyendo de una guerra no han sido escogidos, simplemente, vergonzosamente, porque no eran de la raza de los que podían salvarlos. Oportunamente, Dumall nos recuerda el tiempo de las cruzadas cristianas...

En castellano, hubo un tiempo en que a alguien que se jactaba de ser valiente se le llamaba un matamoros.