Análisis

Tierra hostil para los europeos

RAFAEL VILASANJUAN

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¿No era el primer ministro David Cameron quien convencía a Escocia de que permanecer en Gran Bretaña tenía el valor añadido de seguir en la UE? Pues esa Europa panacea del horizonte escocés emerge de nuevo como una rémora que consume sus servicios y destruye sus empleos. Qué poco ha tardado en volver al escepticismo rancio al que le empujan sus colegas más a la derecha y el ascenso de los ultranacionalistas del partido UKIP.

Defender la idea de que cerrar las puertas a Europa es la solución mágica es pura ilusión. Solo servirá para que la presión aumente. Cameron sucumbe a quienes nunca saciarán su demanda de romper la Unión y salir de Europa, si hace falta poniendo en Dover una valla tan grande como la de Melilla o tapando el túnel que con dinero europeo se construyó bajo el canal de la Mancha.

Británicos expatriados

Justificada por el horizonte electoral, la estrategia del primer ministro no solo está equivocada, es un fracaso. De sus palabras se deducen objetivos tan simplistas como los que dice atacar cuando sus adversarios demonizan a la inmigración. Porque él hace lo mismo, pero además porque su propuesta de expulsar a los inmigrantes europeos tras seis meses de no conseguir un trabajo, podría ser también el rasero para cientos de miles de inmigrantes británicos que después de contribuir toda su vida a las arcas del Gobierno de su majestad, ahora consumen su merecido descanso en el sur de Europa utilizando todo tipo de servicios públicos.

Por suerte, la UE tiene mecanismos de compensación que no pueden ser exclusivos de unos y excluyentes de otros. La movilidad entre aquellos trabajadores de menor cualificación y recursos a los que Cameron ha declarado la guerra es la garantía de un espacio de derechos y libertades compartidas. ¿O es que la UE solo sirve a quienes tienen dinero?

No debería tardar Europa en replicar, porque mientras Cameron plantea esta reforma como alternativa a una salida, con Gran Bretaña convertida en territorio hostil para los europeos, la idea de un proyecto integrador para el resto también se tambalea.