La rueda

Tendemos a las tendencias

JULI CAPELLA

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Visitando el nuevo centro de documentación del Museu del Disseny de Barcelona tuve dos sorpresas. La primera, la envergadura del propio equipamiento, impresionante. Y la segunda, una significativa curiosidad: que la obra más solicitada de su biblioteca fuese un voluminoso libro de tendencias. Efectivamente, Promostyl y Nelly Rodi, empresas parisinas, editan cada temporada una completísima recopilación de las tendencias que, según su saber, triunfarán dos años más tarde. Y habitualmente la clavan. Como han logrado liderar los estilos, las masas les siguen, creando un bucle perfecto. Estos álbumes de gran formato y con muestras de materiales reales enganchados (telas, mosaicos, maderas o pinturas) triunfan entre los avispados lectores, que curiosamente suelen ser empresarios. Quieren saber qué va a venderse mejor en breve, y así evitar contratar a un diseñador. ¿Para qué? Aunque también son muchos los diseñadores que consultan estas biblias efímeras para ahorrarse  pensar. Alternativamente pueden   hojear decenas de revistas de moda o de decoración. Pero en los libros de cool hunters ya lo tienen todo ordenado. Por ejemplo, sabemos que de aquí a poco triunfará el color amarillo porque aseguran que será el feel good del momento, pues «aplica su toque vitaminado a todas las piezas de la casa». Que el dripping de Pollock se puede aplicar al chocolate. O que las barras de cereales serán el must alimentario porque evocan «confort food». En el interior doméstico triunfarán el «glam metal» y el puzle abstracto.

Mientras muchos lectores -o mejor llamémosles hojeadores- piden hora para poder toquetear y fotografiar estos cotizados y costosos volúmenes, algunos libros de Bruno Munari cogen polvo en la estantería. Por eso no es de extrañar que un estilo universal, que va rotando cada cinco años, inunde nuestras casas, bares y oficinas. Maldita tendencia a tender.