Dos miradas

En suspenso

JOSEP MARIA FONALLERAS

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El suspense se ha convertido en un suspenso. Habíamos estado en suspense hasta el último momento y, al final, la nota que merecen los políticos no llega al cinco. Los titulares hablan de ello. Y de impotencia, de incapacidad, de fracaso. La etimología nos dice que proviene del italiano fracasso, el «ruido de algo que se rompe». Casi una onomatopeya que nos informa con detalle de lo ocurrido estos cuatro meses. Se ha roto la vajilla finísima de las convenciones institucionales en que se ha basado la democracia desde la Transición: un bipartidismo apuntalado con los pactos con partidos periféricos que quizá, ahora sí, tiene sobre la mesa la sentencia de muerte. ¿Hasta qué punto? ¿Hay tiempo, todavía, para la anulación de la pena máxima, de este desenlace anunciado? Quizá sí, quizá las próximas elecciones nos llevarán a la gran coalición con la que tantos sueñan, pero en cualquier caso el ruido ya se ha oído, porque la porcelana ha caído al suelo y se ha desmenuzado.

Hay muchas maneras de decir fracaso (fiasco, quiebra, naufragio...), pero hay una que me fascina. Insuceso, que se refiere no a la constatación de la desgracia sino a la evidencia de una carencia. La falta de éxito. Aquí, éxito significaba simplemente tener capacidad de pacto, cintura, flexibilidad, afán de progreso. No ha habido suceso sino una cadena de sucesos lamentables y tristes que nos han abocado a la incertidumbre. Mientras, Rajoy se va con prisas para no perderse la Champions.