OPINIÓN

'Je suis' Joan Fuster

GEORGINA VALLS

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Cuando abría la puerta del instituto, justo en la pared de delante, veía el retrato colgado del escritor, ensayista y poeta Joan Fuster con una frase que decía: "Si tienes un hijo enséñale a ser libre, aunque sea a tu costa. En realidad tendrá que ser a tu costa". Tengo que confesar que hasta que no llegué a bachillerato, nunca presté atención al significado de la frase.

Dulces recuerdos son los que guardo de la etapa de adolescente, aunque no fue una etapa fácil. Dejabas de ser la niña mayor de la primaria a ser la pequeña de la secundaria. Yo y los 30 que iban conmigo a clase. Caras nuevas, profesores nuevos, aulas nuevas. Y las taquillas. El espacio de encuentro de los alumnos de todos los cursos, el espacio más mítico del Joan Fuster.

En el instituto había profesores de distintas edades, alumnos de diferentes ideologías y nacionalidades, y clases más pintorescas que otras. Hasta que formé parte de la familia Joan Fuster, el diálogo era la asignatura troncal para resolver cualquier problemática. Los profesores y profesoras siempre estaban contigo cuando los necesitabas y siempre intentaban resolver cualquier situación límite. 

La educación que se fomentaba en este instituto era la del respeto hacia el otro, aunque algunos alumnos no lo entendieron nunca así. La mezcla de culturas enriquecía los pasillos del centro. Algunos hablaban en castellano, otros en catalán, algunos llevaban pendientes y fumaban, y otros siempre intentaban que el polo conjuntara con las bambas. Una mezcla estrambótica de colores que daba luz al Joan Fuster.

DESMENTIR TÓPICOS

Quiero desmentir tópicos. No es verdad que los institutos públicos sean peligrosos o impartan una peor educación. Para mí, son los que tienen la mirada más puesta en la realidad. No es una cuestión de barrios o de violencia, es una cuestión de respeto de unos con los otros. ¿Y esto se aprende en el instituto? Sí. Pero sobretodo se aprende en casa. Durante la adolescencia hablé muchísimo con mis padres. ¿De qué? De todo. De lo que hacía falta. Y de lo que no hacía falta, también. Y esto me ha convertido en una persona que ha aprendido a pensar, a reflexionar y a ser crítica con el qué y el cómo.

El mal sabor de la terrible noticia de ayer me ha roto el alma de dolor, pero tampoco quisiera entrar en debates estériles sobre los motivos que condujeron al chico de 13 años a hacer un acto como este. Después del 'shock' que me produjo tan insólita noticia, me vino a la mente la imagen con la frase escrita del poeta Joan Fuster cuando entraba por la puerta: "Si tienes un hijo enséñale a ser libre, aunque tenga que ser a tu costa". Y la verdad, una educación sin este punto de partida podría convertir al hijo en un esclavo de sí mismo.