Suecia, no. ¿Grecia, sí?

JOAN TAPIA

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En Catalunya no tenemos mayoría suficiente para aprobar los presupuestos, pero eso al Govern no parece importarle. Lo trascendente es lo de las  plebiscitarias, sean en formato de lista única, como quiere Mas, o con lista paraguas, al modo de Junqueras. Y ello pese que las encuestas -y el resultado del 9-N- indican que, con un país partido al fifty-fifty, es muy peliagudo que se pueda resolver el asunto de la independencia. Pero la fe es un don de Dios y en la ANC -creyentes y no creyentes- tienen fe. Y ni Mas ni Junqueras quieren pasar por descreídos.

En Suecia, los socialdemócratas volvieron al poder en septiembre. Pero con una mayoría insuficiente (31% del voto). Y sumados a los verdes tampoco podían aprobar los presupuestos. Por eso Stefan Lovetz, el primer ministro, convocó elecciones anticipadas, algo que en ese país de tradición protestante no pasaba desde 1958. Pero allí el presupuesto se lo toman en serio y el viernes se alcanzó un pacto de socialistas, verdes y cuatro partidos de centro-derecha que asegura la aprobación de los presupuestos hasta el 2022 y la continuación del Gobierno actual hasta el final de la legislatura. Con las cosas de comer no se juega. Por eso han logrado un pacto plurianual en el que todos han tenido que ceder bastante y tragarse sapos. Pero Artur Mas -que habla de «la Holanda del sur» y de Massachussets- nunca ha puesto a Suecia de modelo (demasiado socialdemócrata). Ahora tampoco lo hará, pese a que Jordi Pujol sí exhibía el ejemplo sueco frente al «marxismo» del PSUC y del PSC. Antes de Felipe González.

No, aquí miraremos a Grecia. Y no por la democracia ateniense sino porque el pésimo gobierno de entonces forzó hace cuatro años un rescate de nada menos que 240.000 millones de euros; el  131% del PIB, que con la crisis ha caído una cuarta parte. Ahora nos preocuparemos por si la posible victoria de Syriza (un mixto de Podemos e IU) en las elecciones del 25 de enero puede beneficiar a las listas del «caballo de Troya del Estado», o sea a Podemos, en detrimento de la «lista de país». ¿Acaso las otras listas, las muy variopintas de ICV, PSC, Ciutadans, PPC y ahora Podemos, son extraterrestres? El problema ahí es el encaje de las CUP, que no serían «de país» en la propuesta de Mas pero sí en el «paraguas» de Junqueras.

Aunque hay que señalar que el debate griego entre el miedo a las consecuencias de salir del euro, que alegarán los conservadores de Antoni Samaras, y la rebelión contra la austeridad que propugna Alexis Tsipras, el líder de Syriza, también levantará pasiones en España. El paralelismo está ahí. La derecha de Samaras-Rajoy contra la izquierda de Tsipras-Iglesias. La civilización o la barbarie. La humanidad o el pérfido capitalismo. Y el confort (para ambos) de tener a los tibios socialdemócratas de Rubalcaba (aunque ahora parece que Rajoy lo añora), Pedro Sánchez y Miquel Iceta fuera de juego. Que al radical (o traidor) de Papandreu ya le dieron su merecido.

Y habrá nervios porque el resultado es incierto. Las encuestas dan a Syriza una ventaja de entre el 2% y el 6% pero falta la campaña. Y pese a la prima de 50 diputados a la lista vencedora, no está claro qué gobierno se acabará formando. Grecia puede seguir siendo inestable.

Vale, el modelo sueco no interesa. Es demasiado pactista (poco español y poco catalán). Apasiona más la batalla del desastre griego. ¿A quién beneficiará en febrero el resultado de las elecciones en Grecia? ¿A Iglesias, a Rajoy, a Mas? Esperemos que, como mínimo, no castigue a la prima de riesgo española, cuya buena racha actual (que tiene lugar más gracias a Draghi que a otra cosa) permite financiar a buen precio el endeudamiento de España (excesivo) y, de rebote, vía Fondo de Liquidez Autonómica, la deuda de Catalunya (también creciente).