El segundo sexo

Soy una persona

Nos haríamos un favor enorme si no nos escondemos detrás de nuestro sexo cuando nos critican

Inés Arrimadas, presidenta del grupo de Ciutadans en el Parlament.

Inés Arrimadas, presidenta del grupo de Ciutadans en el Parlament. / periodico

IMMA SUST

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Esta semana, escribo mi artículo pensando que seguramente no va a gustar. Para los que todavía no se hayan dado cuenta, soy una mujer. Para los que no me conozcan, les diré que soy una mujer guerrera, defensora de muchas causas sociales, animalista, proderechos humanos, amantes y defensora del colectivo LGTB y divina de la muerte. Pero todo esto, no me convierte ni en perfecta ni en inmortal. Solo soy una persona. Con mis virtudes y mis defectos. Nada más.

¿Por qué lo digo? Porque estoy más que harta de la superioridad moral de algunas mujeres, que se creen mejores solo por el hecho de ser hembras y que se escudan en el machismo para no responder a algunas críticas. Que si esto es machista, que si esto es sexista, que si las mujeres no podemos permitir según que ataques... Dejando aparte la violencia de género, que creo que nadie la puede poner en duda, creo  que las mujeres nos haríamos un favor enorme a nosotras mismas y al machismo en general, si aceptamos nuestras críticas como personas y no nos escondemos detrás de nuestro sexo a las primeras de cambio. 

Anna Gabriel lleva un peinado horrible. Esto no es sexista, esto es verdad. Inés Arrimadas dice siempre lo mismo que Albert Rivera, es un auténtico títere. Esto no es sexista, esto es verdad. Rossy de Palma hizo el ridículo presentando la ceremonia de los Premios Gaudí, entre muchas otras cosas, sacando un dildo negro de hombre y diciendo que eso era el hombre perfecto. Nadie dijo nada. Eso sí me parece un autentico escándalo. ¿El hombre perfecto es un señor de color con el pene muy grande? ¿Ese es el feminismo que queremos? Si llega a presentar la gala un hombre y saca una vagina y hace este comentario, ¡arde Troya! ¿Sí o no?

LA SUPERIORIDAD DE ARIAS CAÑETE

Creo que todo es una gran problema de inseguridad. Cuando Miguel Arias Cañete, en aquel famoso debate de las elecciones europeas con Elena Valenciano dijo: «Debatir con una mujer es complicado porque mostrar superioridad intelectual parece machista». Nadie puso en duda la inteligencia de las mujeres, ¿verdad? Todos nos seguimos acordando de la enorme tontería que dijo el señor Cañete. Y el que quedó como un gran ignorante fue él.

Si cada vez que un hombre critica a una mujer, la empezamos a liar con el tema del machismo, da la sensación de que la crítica es cierta. En serio, cuando alguien dice que una señora es fea, el problema no lo tiene la señorita en cuestión, lo tiene el tipo que lo dice. Hay que pasar de él. Es una critica superficial y absurda, vamos a darle el valor que tiene en realidad. ¿Habéis visto la cara de Antonio Burgos? ¡Ni que fuera George Clooney! Pues eso. A mí su tuit sobre las «tiorras» de Bildu y de la CUP, me dio mucha risa. Y creo que fue un error enorme darle bombo e importancia.

Luego nos encontramos con un  Federico Jiménez Losantos, que para hablar del presidente de Catalunya, dice cosas como: «El señor con la fregona en la cabeza». ¿Eso qué es? ¿Machismo, sexismo o un enorme acto de mala educación? O cuando Celia Villalobos se mete con los hombres de Podemos que llevan rastas y dice que no le importa cómo se peinen mientras no le peguen los piojos. Luego el flequillo de las chicas de la CUP es machismo.

UN JUEGO POLÍTICO 

¿No os dais cuenta de que esto no tiene nada que ver con el feminismo ni el machismo? Son ataques entre partidos políticos. Hay mujeres del Partido Popular muchísimo más feas que las de la CUP y que hay mujeres de la CUP muchísimo más títeres que Inés Arrimadas. Todo es un gran juego político y muchas veces, los jugadores o jugadoras no saben argumentar. Es entonces cuando se esconden en su sexo o atacan al sexo contrario. ¡Solo es para disimular! Cortinas de humo. Propongo eliminar el machismo y el feminismo del diccionario y quedarnos con la mala educación para defendernos de según qué ataques recibimos.

Y por favor, señoras teóricamente feministas como Inés Arrimadas (dudo que lo sea, una mujer que forma parte de un partido que pone en duda la ley sobre la violencia de género ) dejen mi sexo en paz. Y por favor, ¡critícame! Eso significa que estoy viva, que existo y que puedo ser alabada y atacada igual que un hombre. 

Y aprovecho para pedir que hoy, 14 de febrero, día de san Valentín, que todas las parejas se hagan regalos si les apetece. Que se abracen, que se quieran mucho y si hay algún tipo que me quiere enamorar con un ático con piscina, como dice el anuncio que ya ha recibido mil palos por machista, tienen que saber que yo no estoy en el ajo. El ático, para mí. Lo recibiré encantada y la piscina si puede ser de obra y con vistas al mar, mucho mejor. Como dice siempre un buen amigo mío, el amor se va, pero la piscina se queda. Feliz San Valentín a todos