Yo soy la piel que no engaña

En la playa, los cuerpos reclaman una identidad físicamente visible e irrenunciable

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JOSEP MARIA ESPINÀS

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No sé cuántos lectores de esta columna se han dedicado en las vacaciones a tumbarse en la arena de la playa. Yo contemplaba el espectáculo de vez en cuando, el espectáculo de la gente que ocupaba, feliz, toda la arena. Magnífico y sugestivo retablo del anonimato.

He pensado que me habría sido difícil reconocer a alguien en un espacio que no era el usual en mis relaciones. Unos pantalones cortos, unos eslips o unas sandalias no podían coincidir con ninguna imagen personal que me era familiar en invierno. Aquella chica que me saludaba desde su biquini, ¿podía ser también aquella chica que me citaba periódicamente en el banco para hablar de mi cuenta y hacerme una propuesta de inversión? Somos lo que somos, pensamos, y es cierto, pero la playa es un espacio para adquirir la condición de anonimato.

Pasa lo mismo en un campo de fútbol. Pueden exigirnos, quizá, enseñar el carnet de identidad para poder entrar, pero una vez ya estamos dentro del estadio solo somos un espectador entre miles de espectadores. También nos despersonalizábamos cuando, incorporados al servicio militar, nos convertíamos en números y, como en el caso de la playa, pasábamos a ser una entidad grupal.

Miro la playa llena de gente y pienso en las aulas de la escuela. Éramos 60 haciendo el bachillerato. Sesenta alumnos hijos de padres ricos y padres de familias modestas, todos uniformados con los mismos tipos de bata. Ahora voy por la calle y pienso que hay un estilo de vestir que tiende a uniformizarles a ellos y ellas. La ropa no es un indicio de la clase social, sino la señal de una generalización triunfante. La calidad de la ropa o del hilo no será la misma, pero se impone un diseño, un estilo tras el que las diferencias particulares no son visibles. Este verano, en la playa, los cuerpos se quitaban la ropa para reclamar el derecho a una identidad físicamente visible e irrenunciable. «Esta piel soy yo». El engaño es imposible.