LA CONSOLIDACIÓN DE UNA CIENCIA

Sociología catalana

Las recomendaciones de los sociólogos son todavía incómodas y sus recursos, insuficientes

SALVADOR GINER

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Muy pronto los sociólogos catalanes se reunirán en Perpinyà para celebrar su sexto congreso nacional. La Asociación Catalana de Sociología, fundada en 1979 e incorporada luego como sociedad filial del Institut d' Estudis Catalans, ha sido decisiva en la consolidación de esta ciencia social en nuestro país. La sociología creció aquí de una manera casi militante en los años 60, cuando cultivarla representaba un desafío abierto a la versión oficial de la realidad política, cultural y económica del país. La tarea del sociólogo consiste en estudiar lo más objetivamente posible la realidad y los problemas de una sociedad concreta y entregar los resultados. También recomendar soluciones. Pero son los políticos y los ciudadanos responsables quienes deben hacer uso de lo que las ciencias sociales (economía, antropología, sociología) ponen a su alcance. Nada impide que los sociólogos participen en los anhelos del resto de la ciudadanía y en reformas y mejoras de nuestra condición. Así, no son pocos los profesionales que combinan la actitud crítica y el análisis objetivo de la realidad social con una posición comprometida con reformas y mejoras necesarias.

MUY A MENUDO la sociología es un arte incómodo. Ante ella, la actitud del régimen dictatorial que gobernó España hasta 1975 fue la de permitir tardíamente el cultivo de una sociología vigilada. Una sociología que, al ofrecer trabajo protegido a algunos de sus adictos, fomentó lo que yo mismo llamé entonces «sociología colaboracionista». Era una disciplina poco amiga de las clases trabajadoras, además de abiertamente hostil al catalanismo y a la democracia. Así, los primeros tres profesores que sucesivamente ocuparon la primera cátedra instaurada en la Universidad de Barcelona, ¿¿que ni siquiera conocían la lengua del país, no se distinguieron por su entusiasmo por los valores republicanos. Mejor fortuna tuvo el primer desarrollo de la disciplina en la Universidad Autónoma de Barcelona, ¿¿que, aliada a la ciencia política, finalmente disfrutó de una facultad de Ciencias Sociales.

La dependencia universitaria excesiva de la sociología no es saludable. Por fortuna, en Catalunya la primera sociología estuvo muy ligada, por un lado, a las inquietudes de algunos cristianos progresistas y, por otro, a las de los laicos de izquierdas, que abrieron algunos centros de investigación y enseñanza, con recursos muy escasos. En este crecimiento de la sociología la Universitat Catalana d'Estiu tuvo una función notable. Hoy estamos ante un periodo de normalidad científica que comienza a parecer definitivo. Diversas ramas de la sociología producen resultados sólidos, respetables y útiles. La sociología urbana, la de la desigualdad social, la de las migraciones, la de las creencias y la religión, la sociolingüística, la sociología política- ¿quién no conoce los diagnósticos de la sociología electoral catalana? -, la sociología ambiental e incluso la sociología más filosófica, van haciendo su trabajo sin aspavientos y participan en la producción en ciencias sociales con toda normalidad. ¿Podría significar, todo ello, que se ha impuesto cierta rutina, una vez despojada la disciplina del aura que le dieron sus tiempos heroicos? No parece que sea así.

Los problemas de hoy son distintos, pero graves. La tarea del sociólogo no recibe siempre toda la atención debida. Las recomendaciones fundadas en hechos, datos y hallazgos científicos de los sociólogos continúan siendo incómodos. A menudo pesan más los prejuicios sobre los fenómenos de la vida social que los diagnósticos objetivos. Así, los problemas que presentan la inmigración, el paro, las disfunciones del mercado de trabajo, la manipulación mediática o publicitaria de la cultura, la distribución injusta de la renta o de la educación, son resueltos a menudo más según el poder que cada uno tenga que no según su alcance real, que es lo que se esfuerza por presentar honestamente, o denunciar, el sociólogo.

UN ESTUDIO del Institut d'Estudis Catalans constataba que los recursos al alcance de los investigadores catalanes eran mucho más generosos en el campo de las ciencias naturales que en el de las ciencias sociales. Aunque los problemas sociales sean los más graves -delincuencia, ciertas enfermedades, pobreza, corrupción- hay muchísimos más recursos al alcance de la tecnología, la ciencia y la medicina que los que recibe la ciencia social. Los de la sociología, sin embargo, siguen siendo manifiestamente insuficientes. El estudio comprobó que casi todo el modesto gasto sociológico era absorbido por los discretos sueldos de sus profesionales. Este dato, bastante elocuente, revela la lamentable actitud que tienen muchos de los responsables del país hacia la más necesaria de las ciencias sociales. Una actitud que no se corresponde con lo que ha logrado la sociología en nuestro país, ni tampoco con los servicios que hasta la fecha le ha prestado al país, y continúa, tercamente, produciendo. Presidente del Institut d'Estudis Catalans.