Análisis

Sobrevivir en tiempos de mal humor

JOAN TAPIA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Que un político con mando en plaza discuta a fondo con un grupo de lectores de a pie de un diario independiente es excepcional. Pasó el martes en el Palau Macaya, horas antes del pleno extraordinario sobre la pobreza. Artur Mas se sometió disciplinadamente y con aguante a un examen severo. Sin complacencias. Quizá por su paso por Aula, un colegio privado de inspiración francesa que aspira a que sus alumnos alcancen la excelencia a través del rigor. O porque -buen profesional- sabe que debe aprovechar cualquier ocasión de comunicar y acercarse a la gente directamente.

Tres grandes asuntos, casi dos horas. Primero, Catalunya y la exigencia de una consulta sobre la relación con España (más de la tercera parte del tiempo). Luego, el descrédito de los políticos y los recortes, dos huesos duros de roer. Respecto a la consulta fue más didáctico que propagandista. Le siguieron con interés, pero sin pasión. Quizá porque los dos tercios (encuestas dixit) apoyan la consulta pero un porcentaje similar cree que no se celebrará. El debate se electrizó con las críticas a la clase política (alguien habló de cáncer) y los recortes. El president se defendió -sin abandonar el didactismo- pero no logró -pese a sus detalladas explicaciones sobre los recortes- romper el muro de desconfianza. Pasó el examen. Sin nota, salvo la de sobrevivir en tiempos de mal humor generalizado. No es poco.

Mas confesó que tras la aprobación por el Parlament de la pregunta y la fecha de la consulta, Madrid había roto el diálogo que -hasta entonces y no sin dificultad- se mantenía.  Quiere una consulta en la legalidad -la catalana como mínimo- pero no acepta la marcha atrás por el mandato popular de las elecciones de noviembre del 2012 (no juzgó el resultado). Lo que rompería la convivencia sería que el pueblo de Catalunya no pueda votar. Último recurso:

unas elecciones claras. Anticipadas o no. No desea la DUI (declaración unilateral de independencia) pero -matiz nuevo- «tampoco se puede descartar al 100%». El día después no será el paraíso pero seremos un país normal y tendremos más recursos. ¿Cómo leer los resultados? Sobre todo por la diferencia entre los síes y los noes. No concretó, debe pactarlo con los otros partidos.

¿Tienen los políticos complejo de culpa? Solo así se entiende que, ante una pregunta directa, dijera: «No me siento un político profesional». Un médico o una enfermera habrían dicho lo contrario. Pecó de vaporoso al tratar las causas de la desconfianza. Criticó, sí, el exceso de partidismo, aludió a «conductas individuales» y dijo que somos una democracia joven... Pero no citó el exceso de poder de las cúpulas partidarias o un sistema de listas que convierte a los diputados en funcionarios de partido. Se defendió mejor y con más detalle en los recortes. Se ha preservado al máximo el gasto social reduciendo altos cargos, bajando el sueldo de los funcionarios, congelando inversiones, vendiendo patrimonio, subiendo impuestos... Pero el techo de déficit lo marca el Estado, que permite a las autonomías solo la sexta parte del total cuando gastan la tercera. Y si te pasas de lo autorizado no puedes pagar. Sabe que se está «tocant l'os» pero no hay margen... Quizá la recuperación económica (en la que quiere creer) dé un respiro.

Se parapetó en las comisiones de investigación del Parlament. No se ha probado nada de lo que algunos decían. Por un momento incluso atacó: «¿Se han leído las actas?». Era difícil derrotar al descreimiento. Lo peleó al milímetro... Y se fue amable, relajado. Había cumplido.