Pequeño observatorio

El singular vuelo de la mariposa

JOSEP MARIA ESPINÀS

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No soy un entendido en los pequeños animales y bichos que pueblan la Tierra. Si se me exige, de golpe, que cite algunos animales seguramente diría el perro, el gato, el león, el elefante... Sospecho que me olvidaría de las mariposas.Tengo la impresión de que son bichos de verano, pero esta creencia solo se basa en el hecho de que mi contacto con las mariposas, en la infancia, se producía en tiempo de vacaciones, hacia julio o agosto. El hecho es que escribo estas líneas porque he visto pasar una mariposa para mi terraza del ático.

Primero he dudado si lo era, pero ese vuelo en zigzag no podía engañarme. Lo tengo en la memoria desde que era un niño y corría por la plaza de Ballot de Argentona -entonces aún no estaba urbanizada- con la impresión de que era un espacio 'salvaje'.

Yo tenía un cazamariposas pero aunque de vez en cuando veía pasar alguna, me parece que no fui capaz de atrapar ni una. Descubrí que las mariposas eran más hábiles que yo. No pasé de aprenderme los nombres, unos nombres que aún conservo en la memoria. 'Papilio machaon', 'papilio podalirius'... Si cazaba alguna, la miraba un rato y enseguida movía el cazamariposas para que el animalito se escapara. Me daba un punto de angustia tanta fragilidad.

Ahora he visto pasar una mariposa por mi terraza, y me ha sorprendido, porque si no me equivoco aún no es tiempo de mariposas. Quizás era una mariposa engañada por unos días tímidamente primaverales.La he perdido rápidamente de vista. Y me he quedado pensando que, a pesar de su insignificancia, la mariposa ha hecho nacer un verbo muy bonito: mariposear. Es decir, sentirse atraído ahora por una cosa, ahora por otra. Esta inclinación temperamental no es bien vista por la gente considerada seria. Los que tienen un único objetivo. Yo pienso que el vuelo de la vida puede ser también, y a veces muy enriquecedor, un vuelo de mariposa.