Ideas

Shakespeare sin aditivos

XAVIER BRU DE SALA

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Cuando ya empezábamos, unos cuantos, a hartarnos de no encontrar a Shakespeare en sus obras, Mercè Managuerra, alma del Teatro Akadèmia, nos hizo descubrir, a unos cuantos, la frescura shakespeariana de la compañía británica Propeller. Después de aquel inolvidable Romeu i Julieta, llega Com us plagui, en dirección de Dugald Bruce-Lockhart. Ignoro si Bruce-Lockhart y los de la Propeller han leído el muy agudo y reivindicativo ensayo de Milan Kundera Los testamentos traicionados. Si no lo conocen, actúan, miran y dirigen con la mirada puesta en Shakespeare, que es lo que Kundera reivindica. En vez de Shakespeare según tal, o con tanta salsa de cual que cuesta de encontrar a Shakespeare, se trata de servir a Shakespeare según Shakespeare. ¿Tan difícil era? Al punto que habíamos llegado, así lo parecía.

No seré yo quien niegue el interés del Timó d'Atenes, tan aplaudido como poco entendido, que hemos podido ver en la Biblioteca de Catalunya, programado por La Perla 29. Para mí, y aquí me paro, chillaban aún más del que sobreactuaban, que era mucho. Quien no haya leído a Tucídides y Plutarco y los tenga frescos, poco habrá podido entender. Aún así, interés indudable. Quien siga a Kundera juzgará como le plazca.

Prefiero de largo los otros tres montajes de Shakespeare vistos en el último año. Los dos programados por el Teatre Akadèmia y El somni d'una nit d'estiu del TNC, dirigido por Joan Ollé con el magisterio acumulado y muy aprendida la lección de respeto al genio ajeno preconizada por Kundera.

Por si fuera poco, y sin desmerecer a nadie por no llegar tan alto, el regalo de las versiones de Miquel Desclot Joan SallentTolstoi criticaba a Shakespeare por encantar los oídos con una especie de telaraña sublime de palabras, bajo la espuma de la cual no había casi nada. Nosotros, en cambio, aplaudimos a Desclot y Sallent con todas las orejas. Y con el alma a los directores y los actores de Shakespeare sin aditivos.