Pequeño observatorio

La severa lección de la legionela

A las personas con exceso de autoexigencia les cuesta entender que la búsqueda de la perfección absoluta puede ser patológica

La bacteria de la legionela.

La bacteria de la legionela. / periodico

JOSEP MARIA
Espinàs

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Mi historial médico es más bien modesto. Dejando de lado la época infantil, cuando no es extraño que aparezcan algunas enfermedades habituales, y normalmente superables, no tengo presente que haya sido una persona enfermiza. No sé cuánto tiempo hace que me he tenido que quedar en la cama. Eso sí, ya hace unos años sufrí un contratiempo importante en mi salud. Fui víctima de una infección realmente grave: una infección por legionela. Ahora lo he recordado, cuando he leído en este diario que un hombre de 89 años, que son los que yo tengo, ha muerto por culpa de esta infección en Mollet

CONCIENCIA

Yo había hecho un viaje turístico por los países nórdicos que me proporcionó muchas satisfacciones. Pasé unos días en casa mirando fotos que había hecho, pensando que tal vez volvería, cuando de repente perdí el conocimiento. Los pulmones estaban gravemente afectados. Seguramente me salvé porque el diagnóstico de legionela llegó a tiempo. Pero recuerdo que la recuperación de la conciencia fue lenta y angustiosa. Decía disparates y la enfermera que me velaba de noche debía de tener paciencia.

El período de incubación es de una semana o dos, y su manifestación, repentina, al menos en mi caso. Aún recuerdo cómo entraba el sanitario en casa y al cabo de un minuto ya no era consciente de nada. Desde entonces, pienso alguna vez qué es la conciencia. "Conocimiento inmediato y directo que la persona tiene de la propia existencia". Comprensión de lo que digo, de lo que pienso, de lo que hago.

Creo que esto es pedir mucho. Hay personas que quedan afectadas por un exceso de autoexigencia con sus parientes o amigos. Les cuesta entender que ya es suficiente. Que la búsqueda de la perfección absoluta puede llegar a ser patológica. Una cosa es querer progresar y otra querer ser perfecto. No deseo a nadie la legionela. Sí deseo a todos, y a mí mismo, que los inevitables fracasos acaben siendo positivamente vitales.