Un edificio referencial

Sagrada Família: ¿catedral o bazar?

Hoy carece de sentido polemizar sobre si hay que terminar el templo, icono cultural-artístico de Barcelona

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JOAN SUBIRATS

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Llevamos más de cien años asistiendo a la construcción de la Sagrada Família y no hay nadie en Barcelona ni fuera de ella que no tenga en su memoria y en su constante deambular por la ciudad la visión de esa gigantesca obra. La novedad ha sido que en los últimos 20 años los ritmos de construcción se han acelerado sobremanera gracias a la explosión de visitantes y donaciones, de tal manera que lo que el saber popular había catalogado como algo inacabable tiene ahora visos de completarse. Y eso ha vuelto a generar una nueva oleada de discusiones entre familiares y amigos a la que aparece un comentario o una noticia relativa al templo. En cada debate hay muchos temas que se mezclan y enmarañan. Unos tienen que ver con el propio impacto de tamaña obra y lo que conlleva su culminación, tanto en el entorno más próximo (escalinata de acceso y derribo de viviendas, acumulación de visitantes) como en el propio skyline de la ciudad. Otros manifiestan su estupor al comparar el proyecto original de Gaudí y lo que es ahora su despliegue constructivo. Y muchas veces se acaba discutiendo si es razonable completar un "templo expiatorio" de tales dimensiones en momentos como los actuales.

UNA CATEDRAL A DESTIEMPO

Entiendo que hace 20 o 30 años preguntas de este tipo podían tener sentido, ya que entonces se podía pensar razonablemente en dejar las cosas más o menos como las dejó Gaudí con los modestos añadidos posteriores. Después de la inauguración de la fachada de la Passió y la nave central en el 2010 y el rápido ascenso del resto de torres, la cosa ya no tiene otra salida que una finalización lo más digna posible. La Sagrada Família no deja de ser una catedral de las muchas que tardaron cien o más años en concluirse, pero el momento en que se lleva a cabo es muy distinto al habitual en tal tipo de construcciones.

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Ya no estamos en tiempos de catedrales sino de bazares, decía un famoso libro de Eric Raymond aludiendo al debate sobre el software libre y su ventaja al agregar colectivamente (bazar) conocimiento en vez de pensar en términos jerárquicos y piramidales (catedral), características que él atribuía al software propietario. Lo cierto es que si bien la imagen era potente, como demostró el gran impacto de su título, la forma en que realmente se construyeron las catedrales fue más agregativa y colectiva que de autor. Pasaban muchos años, intervenían muchos arquitectos y sobre todo maestros de obra, y las previsiones iniciales y las técnicas constructivas se iban modificando a medida que pasaba el tiempo.

INTERPRETAR Y RECREAR A GAUDÍ 

Algo de eso ha ido ocurriendo en la Sagrada Família. Los planos de Gaudí llegan a lo que llegan. Su fachada es de su época y no por ello es mejor que lo que luego se ha ido haciendo. Los distintos equipos de arquitectos se han refugiado y se refugian en los diseños, genialidades y visiones de Gaudí, pero interpretan, crean y recrean para superar nuevos retos o para buscar soluciones a problemas que Gaudí ni imaginó. Como dice Juan José Lahuerta, director de la Cátedra Gaudí de la UPC, el templo es más gaudiniano que de Gaudí y ya ha dejado de tener el sentido (polémico) que implicó su construcción en plena lucha de clases en la Barcelona de la Setmana Tràgica. Lo cierto es que el espacio interior tiene una luminosidad y un porte espléndidos. Y, por tanto, el templo y su historia son ahora un icono cultural-artístico que se añade a la gran oferta patrimonial y turística de Barcelona.

INTEGRACIÓN EN EL EIXAMPLE

Oriol Bohigas y muchos otros han expresado su malestar por la continuidad de las obras en distintos momentos. Ese debate ya no tiene sentido. Se trata de regularizar convenientemente los efectos de una iniciativa privada como esta, generando un proceso participativo y abierto sobre cómo gestionar los impactos de su culminación en el barrio y en la ciudad. No es fácil encajar esa gran estructura y lo que implica su finalización en pleno Eixample. Por otro lado, más allá de su atractivo turístico y de su uso religioso (que solo excepcionalmente necesitará todo el espacio disponible), deberíamos poder imaginar otras alternativas que permitan que tantos años de polémica, de cuestaciones y de efectos positivos y negativos para la ciudad puedan ir siendo estudiadas y puestas en marcha. De la misma manera que Gaudí hizo con la construcción de las magníficas escuelas que hoy, en formato museo, ponen de relieve la capacidad de combinar usos y funciones de cualquier obra humana por impactante y significativa que sea. Y la Sagrada Família lo es.