Peccata minuta

¡Ruiz!

Rajoy estuvo definitivamente cruel en el cara a cara con Sánchez cuando le salió ¡Ruiz! intentando espetarle !ruin! por su alta irritación

JOAN OLLÉ

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De esta campaña en la que no se ha dicho ni una sola vez la palabra 'cultura' quedarán para la historia cinco adjetivos descalificativos: indecente, ruín, mezquino, deleznable y miserable.

Indecente califica a aquel o aquella que no practica la decencia, ya sea por falta al debido respeto a las convenciones sociales, a la moral sexual, al aseo, o a la dignidad y honestidad. Es sabido que Rajoy es respetuosísimo con la más alta convención social española (la Constitución), que cuando el pasado verano se pegó un chapuzón en un pontevedrense río iba provisto de un adecuado taparrabos, y que en el cara a cara lució primorosa corbata a juego con el azul de sus ojos: de guarro, nada. Debió, pues, referirse Sánchez, presunto poseedor de colosales atributos que hacen temblar la moral sexual de los suyos y suyas, a otra acepción: ser indigno y deshonesto en actos y palabras, aunque solo fuesen 10: «Luis, lo entiendo. Sé fuerte. Mañana te llamaré. Un abrazo».

Y al oírlas, Mariano perdió la calma que en pasados sms había recetado a Luis, lanzando al socialista los ya citados epítetos. Vayamos por partes: la palabra ruin, además de designar a alguien como moralmente despreciable, también sirve para hablar de pequeñeces y avaricias, y tal vez la escogió Rajoy para referirse envidiosamente al miembro viril del soldado Sánchez o a la malsana envidia del socialista por ganar, como jefe de la oposición, 1.500 euros mensuales menos de los que ganaba el gallego por idéntico menester.

Pedro, como el nene

El término mezquino sirve también para aludir a quien anda necesitado (¿de expectativas de voto?), escatima el gasto (¿en sobres y sobresueldos?) y a los desdichados en general, pero también -y viene del árabe- a los súbditos de palacio. ¿Le imaginaba freudianamente Rajoy ya instalado en la Moncloa como limpiabotas? También son de interés algunas definiciones académicas de deleznable: «Que se rompe, disgrega, desliza o resbala muy fácilmente», que era lo que le estaba sucediendo al hasta entonces impasible gallego.

El último naipe del repóquer de insultos fue miserable, adjetivo que se aplica a los sueldos que cobra hoy demasiada gente, así como a aquellos que se afanan (sic) en perpetuarlos. Pero donde Rajoy estuvo definitivamente cruel fue en la previa de sus invectivas, cuando, intentando espetarle !ruin!, a causa de su alta irritación, le salió ¡Ruiz!, -hijo de Rodrigo-, cuando el progenitor de Sánchez se llama Pedro, como el nene. Es muy feo ponerse con el padre de uno, casi tanto como cuestionar el principio de identidad del adversario. Lo que ignoraba el señor Rajoy es que Ruiz viene del alemán, como su Merkel, y significa aquel que es rico en gloria. Cosas del idioma.