La clave

¡Rodea el Senado!

JUANCHO DUMALL

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Los políticos, cuando mueren, no van al cielo. Van al Senado. Esta es la gozosa conclusión que cabe extraer de los últimos envíos a la Cámara alta de políticos amortizados en las últimas elecciones autonómicas. Alberto FabraRita BarberáPedro SanzJosé Ramón BauzáJuan Manuel Moreno Bonilla Luisa Fernanda Rudi, todos ellos del PP, pasarán a ocupar escaño en el Senado. Allí les esperan los socialistas José MontillaMarcelino IglesiasFrancesc Antich y Joan Lerma, que pasaron por similar trance. Para que luego digan que la Cámara territorial está descafeinada. Todos estos ilustres personajes han tenido mucho poder en sus respectivos territorios y acumulan abundante experiencia de gobierno. Lástima que se desconozca alguna propuesta digna de mención hecha en la actualidad por estos veteranos.

Tanto el PP como el PSOE parecen ver en la Cámara alta -y también en el Parlamento europeo- un lugar en el que sus barones pueden acabar la carrera sin merma de ingresos y sin mucho trabajo. A las cúpulas de los dos grandes partidos se les llena la boca hablando de la reforma constitucional y del Estado federal, los socialistas, y de las virtudes de la Carta Magna del 78, los populares. Pero la realidad es que la Cámara que tendría que ser tan importante en el entramado autonómico, es para ellos el balneario con el que agradecer los servicios prestados a sus próceres.

Es probablemente injusta la calificación de casta a quienes ejercen la tarea política. Pero el uso de una institución del poder legislativo para colocar a quienes han sufrido un revés electoral es un comportamiento propio de una oligarquía endogámica o, como se dice ahora, de una minoría extractiva.

Una broma

Y mientras, seguimos sin saber para qué sirve el Senado, relegado a irrelevante Cámara de segunda lectura. Un exsenador desencantado bromeaba hace unos años diciendo que si Tejero hubiera entrado en el Senado en vez de en el Congreso, sus señorías aún estarían allí porque nadie se habría dado cuenta. Al menos ahora se ahorran campañas como la de ¡Rodea el Congreso! ¿Quién querría rodear a estos venerables jubilados?

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