Análisis

El reto de Junqueras a Mas

Según el líder de ERC, solo hay unidad si el 'president' le traspasa de facto el liderazgo y se convierte en su títere

XAVIER BRU DE SALA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Mas se encuentra entre dos fuegos. Conminado a suspender la consulta según la anunciada legalidad de un tribunal, el Constitucional, que está a las órdenes del bipartidismo español y al que se debe. Conminado a desobedecer por Oriol Junqueras, que se erige en máximo intérprete de la reivindicación masiva de la Diada. Si antes de la V del 11-S Junqueras amenazaba con el final del apoyo de ERC a CiU si Mas no ponía las urnas, ayer incrementó la presión cuando pidió entrar en el Govern para blindar la consulta. O sea, que conduce al president a desobedecer la más que previsible suspensión cautelar, a cargo del TC, de la ley catalana de consultas y el decreto de convocatoria.

Según Junqueras, solo hay unidad en la desobediencia. No civil, lo que a veces puede estar justificado, sino institucional. Según Junqueras, ahora ya a la descarada, solo hay unidad si el president hace lo que él dice. Según Junqueras, solo hay unidad si Mas le traspasa de facto el liderazgo y se convierte en su títere.

El proceso soberanista tenía hasta ahora dos problemas, la intransigencia de Madrid y la confesión de Pujol. Los dos importantes pero, como se ha visto por la reacción popular, el primero supera al segundo. Por si fuera poco, ahora se ha añadido otro problema, de envergadura todavía superior al primero. ¿A qué cálculo responde el reto de Junqueras cuando desafía a Mas a seguirle por el camino de la ilegalidad?

Dos respuestas. Una, la sustitución, la voluntad de desacreditar a Mas y asegurarse la sucesión a través de unas autonómicas, no avanzadas sino apresuradas, que ERC ganaría. Dos, la escenificación de una partitura en la que, después de un crescendo, se llegaría a un clímax compartido y un posterior nuevo movimiento, también común, el famoso plan B insinuado por Junqueras que los mortales ignoramos. En el primer caso, ruptura de la unidad y hostilidad de ERC hacia Mas y CiU. En el segundo, no deberíamos tardar en ver una convocatoria avanzada, casi inmediata, con Mas en el primer puesto, Junqueras en el segundo y Carme Forcadell en el tercero.

Que cada cual escoja, que interprete las airadas protestas de Duran Lleida como le parezca. Que interprete la jovialidad y el buen humor exhibidos ayer por Mas como le plazca. Hoy por hoy, parece imposible desobedecer la prohibición de la consulta del 9-N, a cargo del Estado, sin caer en el grave error de un nuevo Sis d'Octubre. La imaginación, sobre todo la catalana, es más libre de volar que de votar.