Resistiremos al Lolita Cabaret

Mientras Beatriz Carvajal, Natalia Verbeke, Sara Vega, Roberto Álamo y el resto de vamps y boys del Lolita Cabaret cantaban emocionados el célebre tema del Dúo Dinámico Resistiré, pensábamos en casa en la capacidad de resistencia de la audiencia ante esta explosión de series y más series que las cadenas nos vuelcan. El frenesí, la excitación que tiene Antena 3 TV en materia de teleseries es portentosa. Esta que acaba de estrenar, de producción de Globomedia, pretende contarnos la historia del Lolita, un cabaret en horas bajas cuya dueña, desesperada, acaba vendiendo el 51% a un carpetovetónico inversor de la Almunia de Doña Godina, que lo único que quiere es acabar de sentenciarlo y transformarlo en un hotel. En realidad, el local, el cabaret, solo es un receptáculo, un pretexto, en el que se incrusta y construye ese costumbrismo de patio de vecinos  que tantas veces hemos visto usando otros envoltorios: un instituto, un karaoke, un barco, un hospital, un cámping, una residencia, o un bloque de pisos. O sea, que no salimos del esquema habitual: grupo de criaturas buenas bañadas en miel de eucaliptus para que toda la familia, desde los nietos hasta los abuelos, llore, ría y se entretenga con ellos, con sus penas y alegrías, con su tópica peripecia existencial, en el fondo blanda y llena de cargante moralina. ¡Ah! No esperábamos que el Lolita fuera un cabaret canalla, ni que estuviese Abierto hasta el amanecer, pero sorprende que pueda acabar siendo la versión night club de Aquí no hay quien viva o La que se avecina. Solo cabe ir resistiendo, efectivamente.

CABREO EN CHINA .- Se han enfadado en China -varios canales de televisión de allí se han hecho eco- con el sketch del restaurante chino de broma que emitió TVE-1 en su gala de Fin de Año. «¿Esto es pato? / No ¡es gato! / ¿Esto es cerdo agridulce? / No, ¡es perro agridulce!», recitaban los actores. Y claro, en China se han cabreado enormemente. Hombre, el problema es que en China no conocen al ventrílocuo José Luis Moreno, autor y productor de esta gala, a quien TVE sigue contratando desde los tiempos más negros -que ahora vuelven- y que practica un entretenimiento con más caspa que la boina de Macario. Este sketch que ha molestado es de lo más inofensivo dentro de la trayectoria de infames gags del repertorio del ventrílocuo productor. El problema es que TVE, impertérrita, sigue contratándole.