Editorial

Residencias universitarias, no turísticas

Regular y vigilar la actividad turística, en sus múltiples ramificaciones, es prioritario para que Barcelona mantenga sin que gripe este motor económico

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El turismo se ha convertido en una suerte de maná en Barcelona del que todo el mundo quiere aprovecharse, lo que en muchos casos significa actuar con picaresca y sortear cualquier normativa o directamente incurrir en la ilegalidad. Así ha ocurrido con el último episodio conocido: el Ayuntamiento ha abierto expediente a 15 residencias universitarias por ejercer de hotel sin permiso. Por «infracción muy grave» les puede ser impuesta una sanción de entre 30.000 y 600.000 euros, en función del beneficio logrado con esa actividad hotelera.

Resulta obvio que no es de recibo que unas residencias para estudiantes –o personal docente, investigadores o incluso alberguistas autorizados en algunos casos– tengan también entre sus huéspedes a simples turistas. No es ese su negocio, ni tienen la autorización. La necesidad de una normativa sin ambigüedades se hace  evidente para atajar cualquier uso irregular de una residencia universitaria. Parece claro que el control de las actividades ilegales en el sector turístico requiere, sobre todo, del esfuerzo decidido por parte del ayuntamiento y también de la colaboración ciudadana, como ya solicitó el consistorio en el caso de pisos turísticos sin licencia. En ese sentido, en medio año ha recibido 2.360 chivatazos, cifra considerable y reveladora de las dimensiones del fenómeno. Regular y vigilar la actividad turística, en sus múltiples ramificaciones, es prioritario para que Barcelona mantenga sin que gripe este motor económico.