La rueda

Renace el Mercat del Ninot

La instalación garantiza productos de proximidad, por encima de gestos falsamente modernos

RAMON FOLCH

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Por cuarta vez en poco más de un siglo, el Mercat del Ninot estrena sede. En 1894, el ayuntamiento de Les Corts (el actual barrio era entonces municipio independiente) montó el mercado en un lugar marginal cerca de las vías del tren de la calle Aragó. Era un mercado al aire libre. En 1933, incorporada la zona a Barcelona, el mercado estrenó la estructura cubierta que mantuvo hasta el 2009. Entonces pasó a una carpa frente al Hospital Clínic mientras duró la remodelación recién inaugurada. Es un nuevo viejo mercado, pues.

En catalán, ir al mercado es anar a la plaça. Las payesas disponían sus puestos en un sitio central del pueblo, que solía ser la plaza. El Ninot nació en una plaza periférica. Un siglo después, el mercado se ha convertido en un espacio cerrado, climatizado y con puestos de diseño. Hay que alegrarse, porque el pasado se honra reconvirtiéndolo, no fosilizándolo. Por eso el nuevo Ninot tiene también un aparcamiento subterráneo y hasta un supermercado.

Y una docena de puestos donde pueden degustarse sus productos. Tal práctica, común en muchos mercados americanos o australianos, no es nada corriente en nuestro país. No son pequeños restaurantes o bares de mercado, que también los hay en el nuevo Ninot, sino puestos con degustación, que es distinto. Me parece bien, siempre que la degustación no acabe desplazando la venta de producto fresco, como lamentablemente ocurre en el mercado de Montevideo, por ejemplo. Esperamos que el nuevo Ninot siga siendo un mercado y no se convierta en otra banal atracción turística. Un mercado moderno y diferente, pero un mercado verdadero. El acceso al producto de proximidad es un componente básico de la sostenibilidad urbana. Nada más moderno que garantizarla, por encima de gestos cool y fashion. ¡Bienvenido, nuevo Ninot de siempre!