Editorial

La reglamentación de los mercadillos en BCN

El crecimiento de las ferias callejeras comporta la consecuencia inevitable de una regulación del fenómeno

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El fenómeno de los mercadillos es una tradición mediterránea, y también de otros ámbitos europeos, de recorrido secular. Por ejemplo, las ferias semanales itinerantes se plantan por municipios de todo el territorio catalán. Pero lo que es un hecho más reciente es la diversificación de este tipo de práctica comercial que en la ciudad de Barcelona ha experimentado un sensible crecimiento del 16% en el 2014. Un año en el que se contabilizaron hasta 315 actividades o puntos de venta en la calle -como mercadillo, feria o acontecimiento puntual-, lo que supone casi uno por día. A la tradición se une ahora la nueva manera de captar al consumidor, que han encontrado en la calle o bajo techo, emprendedores y nuevos creadores que no pueden asumir los costes fijos de un comercio al uso. El auge también es un coletazo más del boom turístico.

El crecimiento comporta la consecuencia inevitable de una reglamentación que ordene el fenómeno. El Ayuntamiento de Barcelona ya trabaja en ese sentido con el doble objetivo de evitar que el comercio tradicional -hoy en una situación delicada- se resienta todavía más y de que la implantación se extienda por todos los distritos de la ciudad. Criterios que parecen razonables para evitar que el fenómeno se concentre en exceso, por ejemplo, en zonas como Ciutat Vella. Esa dispersión, habitual en grandes ciudades como Londres, París o Berlín, favorecería sin duda la necesaria consolidación de áreas de nueva centralidad en Barcelona.