NÓMADAS Y VIAJANTES

Manda Wall Street, como siempre

La economía y la ética son áreas en las que la presidencia de Donald Trump puede hacer mucho daño

Trump, en el despacho de su torre neoyorquina, el pasado mayo.

Trump, en el despacho de su torre neoyorquina, el pasado mayo.

RAMÓN LOBO

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Descartada la guerra atómica, un '¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú', la película de Kubrick –descartada para no caer en el alarmismo, que ya se verá–, nos quedan la economía y la ética, áreas en las que Donald Trump puede hacer mucho daño. Ha dicho tantas cosas contradictorias que no sabemos cuál es el plan. Tiene un discurso conciliador para los medios y otro encendido para sus votantes, como se vio en Ohio. A Trump le gusta el escenario. Será su gente la que lleve a cabo la revolución.

No hay que fiarse porque el personaje tiende a generar estereotipos. Después de acusar a Wall Street de todos los males, ha decidido rodearse de la élite de Wall Street, de inversores millonarios: Steven Mnuchin, ex Goldman Sachs, será el secretario del Tesoro y Wilbur Ross, el de Comercio. Para el entorno de Trump no hay contradicción alguna entre (la demagogia de) la campaña y los hechos.

El plan económico envuelto en cháchara populista es claro: incrementar las tarifas comerciales, recortar la inmigración clandestina, reducir los reducidos impuestos para las grandes empresas (y los superricos que como él pueden esquivar el pago con argucias de ingeniería fiscal), mejorar los estímulos federales y modernizar las infraestructuras, sorprendentemente en mal estado en un país que es y presume de ser la primera potencia mundial.

LA CUADRATURA DEL CÍRCULO

Ronald Reagan defendió la misma cuadratura del círculo: más y mejores carreteras y menos impuestos. Entonces no funcionó. Impulsó la desregulación de la economía y de los controles sobre Wall Street, es decir, los suprimió. Fue el inicio de la barra libre que nos ha traído hasta aquí. Trump y sus amigos quieren más desregulación.

Jan Hatzius, economista en jefe de Goldman Sachs (orden religiosa omnipresente), no es optimista. Es un dato a tener en cuenta porque fue uno de los que anticiparon la crisis del 2007, la que mató a Lehman Brothers (ver 'Margin Call') y desató la crisis. Sostiene que el plan generará crecimiento a corto plazo en EEUU, será efímero y tendrá un impacto negativo en el crecimiento mundial. En una carta a los clientes justifica su pesimismo en dos factores: la Reserva Federal subirá los tipos de interés y habrá un dólar fuerte, según reveló 'Business Insider'Hatzius predice que las políticas de Trump recortarán un 0,1% cada año hasta el 2020 el crecimiento mundial, que en el 2015 fue de un 3,1%. Por debajo del 2% sería una recesión global.

GUERRA COMERCIAL

La clave es la guerra comercial con Pekín y México, qué aranceles va a imponer. En campaña hablaba del 45% para China. Las predicciones de Hatzius se basan en el incremento de tarifas con México y China de solo un 4%, la última versión filtrada por el equipo de transición del presidente electo. Ahora con Mnuchin al frente de la economía de EEUU, los medios de comunicación estadounidenses destacan su perfil pragmático. Es la esperanza de que imperará la cordura.

El otro campo es el ético. Thomas Friedman, columnista del 'The New York Times', ha calificado la victoria de Trump de “11-S moral”. Las claves serán el Tribunal Supremo y un Congreso controlado por los republicanos. Partimos de la esperanza de que no todos los republicanos piensan como Trump y de que serán capaces de frenar cualquier exceso, como declarar una guerra por un tuit o cosas por el estilo.

LA LETRA PEQUEÑA

El daño moral estará en la letra pequeña. El Tribunal Supremo tiene una vacante que deshará el empate actual de cuatro conservadores y cuatro liberales. Trump quiere nombrar a un juez provida. Peligran el aborto, el matrimonio gay (aunque Trump no lo ataca) y los derechos LGTB. Están de enhorabuena los vendedores de armas, los grupos de extrema derecha, las milicias, el KKK y los nazis estadounidenses. En esto podríamos aplicarle el refrán de dime con quién andas y te diré quién eres.

Trump ha abierto el baúl del odio. Ha sido el motor de su campaña electoral y de su victoria. Ahora no será fácil que ese odio regrese a su sitio. En el discurso de Acción de Gracias (la fiesta familiar más importante en EEUU), el presidente electo habló de la necesidad de reunificar el país. Es un buen empeño, pero olvida que fue él quien lo desunificó aún más, se apoyó en el runrún del racismo que ha cabalgado alto con Barack Obama. Sus primeros nombramientos políticos no indican cambio de rumbo.

Es tan imprevisible en sus reacciones que puede pasar cualquier cosa, hasta que sea un buen presidente. La economía se mueve en las certezas aunque sean de ficción. Lo que hace daño es lo imprevisible, no saber hacia dónde vamos. Lo de ser buen presidente sería el mejor chiste que se pueda hacer sobre Donald Trump.