Las consecuencias de las elecciones del domingo

Rajoy necesita más votos del centro

El nombre del sucesor de Salgado es clave para un partido que no apoyó el plan de ajuste español

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JOAN Tapia

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Todos los diarios y analistas dijimos que el domingo hubo una gran victoria del PP. No es exactamente eso lo que pasó, sino que el PSOE sufrió una aplastante derrota que le asfixia, lo que da al PP una aparatosa victoria.

El PSOE perdió por casi 10 puntos, pero por méritos propios más que por los del contrario. En efecto, los socialistas bajaron 7,13 puntos respecto a las municipales del 2007, mientras que el PP subió solo 1,91. Sigamos. El PSOE perdió la friolera de 1,48 millones de votos y el PP ganó 558.000. O sea, que el PSOE perdió el 19% de los votos (uno de cada cinco) mientras que el PP ganó solo un 7%. Desde el balcón de Génova,Rajoy agradeció a muchos ciudadanos que les votaran por primera vez. Tiene razón y está muy bien que lo haga, pero el 63% de los votos socialistas perdidos (como mínimo) huyeron hacia otros caladeros. ¿Adónde? Habrá que ver las encuestas poselectorales pero el trazo grueso es que el PP ganó 585.000 votos; UPD, sin candidaturas en el 2007, 465.000; IU, 200.000; y CiU, 54.000. Y parte de este incremento de votos (no todos) debe provenir de los socialistas que emigraron. Aunque muchos debieron ir también a la abstención.

Lo relevante es que siRajoyrecibe solo el 37% de la pérdida del voto socialista sus perspectivas electorales, en contra de lo que puede parecer a primera vista, son limitadas.El Paísha hecho una interesante proyección del voto municipal o autonómico del domingo, agrupado por provincias, a unas hipotéticas generales. Y el resultado es una espectacular caída del PSOE que pasa de sus 169 diputados actuales a 114 (55 menos), su peor resultado. Pero el PP solo subiría 10 o 12 escaños, hasta 164 o 166, lejos de la mayoría absoluta (176).

Para tener una victoria aplastante y acercarse a la mayoría absoluta (Aznarsacó 183 en el 2000 tras su legislatura moderada en pacto conPujol),Rajoynecesita más votos. El PP sacó el domingo el 37,53% yAznarobtuvo siete puntos más (el 44,5%) en el 2000. Y estos votos solo pueden venir del centro y mayoritariamente de electores que han votado socialista. Ello debería llevar aRajoya moderar su discurso, a centrarlo, a hacer buena caligrafía y a ofrecer un programa más estructurado y un equipo solvente. Así buscaría -con independencia de que haya o no anticipo electoral- un triunfo satisfactorio para gobernar.

Pero no es ese el camino predecible. Parece que el PP se inclina por aumentar la presión sobre el anticipo electoral y propinar patadas al grito de que la política, como el rugbi, no es cosa de niños y que la dureza es rentable. Lo que pasa en realidad es que la apertura al centro (por simplificar) no es compatible con elAznaractual (no con lo que hizo de 1996 al 2000 cuando pactaba todo conPujol) ni con los gritos de ritual deEsperanza AguirreoJaime Mayor. La apertura al centro va contra las pulsiones de gran parte del PP. Y además -se argumenta- el voto ganado por el centro haría perder otros por la derecha. ¿Adónde irían?

Por otra parte, muchos dirigentes piensan que más vale pájaro en mano que ciento volando y que si disparan ahora la pieza caerá. Luego, una vez en el poder, ya se verá el programa, las alianzas y elsursum corda. Lo primero es ocupar la Moncloa, y cuanto antes mejor.

Esta posición tiene lógica. Un partido no es unthink-thankde debate, sino un polvorín de ambiciones. Y podría ser lo más realista en un momento normal, aunque no es lo más virtuoso ni la mejor forma de iniciar un cambio después de tres etapas con puntos positivos y negativos -el felipismo, el aznarismo y el zapaterismo- que han acabado mal. Y quizá tampoco es lo realista (o sensato) en plena crisis económica internacional y con los mercados -que ya han tumbado la deuda griega, irlandesa y portuguesa- mirando con lupa lo que pasa en España, Italia y Bélgica, tres países con fuerte crisis y con vida política enferma. Y en una Europa en manos deAngela Merkel, que sigue perdiendo elecciones (el domingo en Bremen) pese a que allí ya no hay crisis, porque no sabe cómo explicar a los alemanes sus obligaciones con el euro. Y en una crisis seria de la moneda única -que no se puede excluir-, España podría ser al mismo tiempo el detonante y el principal damnificado.

QuizáRajoydebería pedir menos elecciones anticipadas -siendo rajoyistas, para eso ya está Aguirre- y dedicarse a perfilar su programa de gobierno. Con nombres, como hizoCameron. Y el sucesor deElena Salgadoes clave porque la tarjeta deRajoyen los mercados es haber votado contra las medidas de ajuste de mayo que evitaron que España acabara como Grecia. (Ahí está el editorial delFinancial Times de ayer). De la personalidad de su vicepresidente económico y de la confianza que inspire en los agentes sociales, en Bruselas y en los mercados, dependerá el primer paquete económico deRajoy. Y en el entorno del PP no es fácil encontrar alguien con el oficio político y la capacidad de crear confianza queRodrigo Ratotenía en 1996. Y hoy la agenda es más dura y complicada.

El líder del PP debería dedicar más tiempo a tomar decisiones, a serMariano Rajoyygalleguearmenos ante todos los problemas. Periodista.