El nuevo Gobierno

Rajoy da más poder a Rajoy

El presidente elige continuidad, pero la matiza con la apuesta por Europa y la profesionalidad

Maria Titos

Maria Titos / periodico

JOAN TAPIA

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Las oposiciones, desunidas, critican al nuevo Gobierno. No es el que deseaban, pero responde a lo que el Congreso votó, con la abstención del PSOE, el sábado 26 de octubre. Y a lo casi inevitable tras que el 4 de marzo los independentistas, Podemos y el PNV prefirieran unir sus votos a los del PP para impedir la investidura de Pedro Sánchez. Al líder socialista todos (menos Ciudadanos) le pusieron no ya reparos sino el veto total porque no asumía su programa (por ejemplo, sobre el referéndum). Pero la disyuntiva era clara: o Sánchez, que era del PSOE -se ha visto que no del más antinacionalista- pero ponía fin al Gobierno del PP, o Rajoy. Pues ya tienen lo que eligieron.

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Ahora Rajoy debía arbitrar una difícil ecuación entre continuidad (obligatoria, pues su estilo y su partido le han dado el primer grupo parlamentario) y apertura, ya que tendrá que negociar mucho porque no tiene mayoría y debe intentar que la crisis catalana no se agrave. Como mínimo, pues el independentismo ha subido durante su mandato de algo más del 20% al 47,9%. Y sin duda ha inclinado la balanza hacia el continuismo, con la única excepción de que Iñigo Méndez de Vigo, el ministro de Educación -un democristiano tranquilo y un histórico europeísta que ha empezado a desmontar discretamente la 'ley Wert'-, asume la portavocía del Gobierno. Es en lo único que la vicepresidenta pierde, aunque a cambio no tendrá que aguantar las excentricidades de García Margallo, que, siendo ministro de Exteriores, no dejaba de pontificar sobre Catalunya.

TODO EL PODER

Estamos ante un Gobierno Rajoy-Rajoy. Todo el poder es del presidente, que operará -como antes- con una ayudante de cámara, la vicepresidenta. Y la unidad de mando se completa no con apertura sino con perfiles más profesionales que partidarios en los poderes delegados. Entre el riesgo de la apertura que puede sorprender y la profesionalidad, la preferencia presidencial está clara.

En el área política se hace portavoz a un aperturista prudente y poca cosa más. Sí, llega María Dolores de Cospedal a un ministerio de Estado pero no muy relevante, aunque se le permite seguir en la secretaría general del PP. Bien merecido se lo tiene, porque se ha tragado toda la mierda de Bárcenas mientras el jefe se escabullía.

En el área económica no solo no habrá vicepresidente (contra lo que quería el imprescindible Guindos) sino que Rajoy seguirá presidiendo la comisión delegada. Da a Guindos el caramelo de Industria pero quiere seguir escuchando a Montoro (que sabe cuadrar cuentas y dice otras cosas) y a Fátima Báñez (que afrontó la reforma laboral). Y premia con Energía y Turismo al impaciente Álvaro Nadal, que le hacía papeles en la Moncloa. La economía ha ido bien, luego no habrá cambios. Pero no delegará poder.

PROFESIONALIDAD

En el resto del Gabinete se detecta un intento de profesionalidad, competencia política sin obsesión de brillantez, y disciplina. Es el caso de la profesional Isabel García Tejerina en Agricultura y del disciplinado Rafael Catalá para el complicado mundo de la justicia, que siguen. O de los exalcaldes con experiencia de Sevilla y Santander, que asumen las carteras de Interior y de Fomento. Y quizá la clave es que el diplomático que llevaba las relaciones con la UE es el nuevo ministro de Exteriores. Es la prueba de que Europa será la gran prioridad de Rajoy esta legislatura y un motivo por el que Ciudadanos, el PSOE, el PNV y la antigua CDC (si queda algo del espíritu de Gasòliba) no podrán cerrarle la puerta. Los analistas pintan al PSOE atrapado -que también- por el miedo a un adelanto electoral, pero olvidan que, al margen de Europa y del euro, la política española es solo segunda división. O fantasía.

Y un pragmático europeísmo y estos perfiles, más profesionales que tecnocráticos (hay alcaldes que ganan elecciones), son una pista. Quizá Rajoy desea un partido conservador moderno que viva más de la administración correcta de las cosas que de los tópicos aznaristas. Y que sepa esconder los cadáveres del pasado.

¿Y Catalunya? Decidirá él con ayuda de Soraya. Punto. El guiño es hacia el PP catalán al hacer ministra a una joven y aplicada diputada, Dolors Montserrat, que además es hija de la militante histórica Dolors MontserratRajoy recibirá a Puigdemont con cara de póquer. La inversión del Estado en Catalunya fue solo el 9,9% del total en el 2015, la mitad de la aportación catalana al PIB. Vergonzoso para el PP. Y para unos partidos que dicen tocar la independencia pero que no han evitado esta caída en picado desde el 18,4% del 2009. Sí, desde que Celestino Corbacho era ministro.