Geometría variable

Rajoy, ¿contra Merkel y Draghi?

JOAN TAPIA

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El problema del PP es que su discurso obedece más al intento de captar voluntades que a un análisis serio a medio plazo. En tiempos normales sería admisible. En la peor crisis desde 1929 es un terrible error. Y varía su discurso con gran desparpajo.

Primero. CuandoJosé Luis Rodríguez Zapaterohizo el ajuste del 2010 -por miedo a quedarse sin financiación en los mercados como le pasa ahora alconsellerAndreu Mas-Colell-,el PP dijo que la culpa era deZapateroy que muerto el perro se acabó la rabia. Paramataral PSOE fue rentable. Para gobernar después -teniendo que aumentar los recortes-, un despropósito.

Segundo. Al llegar al poder,Mariano Rajoyasumió el discurso de la austeridad, pero apostó a que, gracias a su ideología y al apoyo deAngela Merkel,solo debería cumplirlo en parte. Subió el IRPF en diciembre del 2011 y luego asumió una impopular reforma laboral cuyos frutos, seguramente positivos, solo se verán a medio plazo. Pero no osó tocar el IVA y retrasó injustificadamente los presupuestos porque la prioridad era Andalucía.

Tercero. En abril, los mercados vieron que el presupuesto tenía mucho maquillaje y la prima de riesgo se descontroló. Luego, elescándalo Bankiadisparó el bono español hasta el insostenible 7,5%. El ministroMontorocapituló ante Bruselas y subió brutalmente el IVA, algo que poco antes negaba porque «sería hundirnos en la recesión».

Cuarto. Ahora, con ayuda deMario Draghi(los mercados le creen), la prima de riesgo se ha relajado (el bono español está en el 4,7%, tres puntos por debajo de julio), España inspira más confianza y vuelve a entrar dinero. Pero el PIB sigue cayendo (la austeridad alimenta la recesión), se destruye empleo y las ayudas del BCE a la banca no se trasladan al crédito interno. Los bancos han invertido en deuda pública y, en recesión, son reacios a prestar porque temen el aumento de la morosidad.

Y el Gobierno vuelve a disociar el discurso de su política real. A principios del 2012 aplaudía el discurso deMerkel,pero intentaba eludirlo. Hoy lo cumple -no tiene opción y Bruselas le exige otra vuelta de tuerca para alargar el cumplimiento del déficit-, pero rebate la política deMerkel,cada día más criticada incluso por EEUU y el FMI.Rajoydijo la semana pasada en el Congreso que la austeridad no basta, que hace falta relanzamiento y responsabilizó al BCE de que el crédito no fluya.

Pese a fuertes errores de recorrido, lo que intentaRajoyes tan comprensible como ineficaz. Presionar en público al BCE tiene poco sentido cuando no se ha sabido mantener la silla que España tenía en su poderoso comité ejecutivo de seis miembros. Cuando, el año pasado, acabó el mandato deJosé Manuel González Páramose presentó un candidato, poco adecuado, que el Consejo de Ministros europeo -que discutía a la vez el rescate bancario- rechazó.

Si no se comprende la realidad del BCE, es estéril exigirle cambios de rumbo. Y, encima, la crisis provoca una ola de protesta social que el PP pretende deslegitimar tachando los escraches de nazismo. Así, sin explicarse a fondo(Bárcenasincluido), ninguneando la protesta social y sin entender al BCE, el aprobado es imposible. No vale responsabilizar aMerkelyDraghide lo que antes solo era culpa del inútil deZapatero.