La clave

¿Quién tomará el mando?

ALBERT SÁEZ

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No todo empezó con Pujol. Ni todo acabará con Pujol. Su liderazgo nació, sobre todo, de la determinación. En 1975 dio un paso al frente y se autoproclamó candidato a liderar el catalanismo unos meses antes de la muerte de Franco. Dejó de hacer país para hacer política. Hoy puede sonar a burla. Meses después, en la fundación de CDC, usó su prestigio -entonces todavía no había defraudado a Hacienda- para estructurar políticamente diversas tradiciones del catalanismo en un solo proyecto electoral: el gusto por el orden de la Lliga de Cambó, la defensa de las clases medias de Macià, la resistencia cultural de matriz católica, los profesionales antifranquistas de Roca, los exiliados liberales de Trias Fargas,... Finalmente logró sumar el humanismo cristiano de la Unió de Coll i AlentornPujol no inventó ni el catalanismo ni el independentismo, sino CiU, esa peculiar amalgama que en 1980 -justo mientras Pujol evadía- recibió todos los aplausos de quienes ahora se rasgan las vestiduras. Se trataba de parar a los rojos. Pagaron campañas legales e ilegales. Y con esa CiU, el ya evasor pudo gobernar Catalunya durante 23 años y, a la vez, sostener a gobiernos de UCD, del PSOE y del PP, Ministerio de Hacienda incluído.

Los componentes internos del catalanismo en el 2014 son otros. Algunos perduran, pero los equilibrios, no. El autoproclamado hijo político de PujolArtur Mas, lleva un par de años intentando que la recomposición no se lleve por delante el invento. Duran aspira a descomponerlo sin los nietos de Pujol. Y Junqueras pretende heredarlo sin pagar impuesto de transmisiones, por eso sus silencios son clamorosos. En otros tiempos, Iceta podría estar al quite, pero está en otra cosa. Los deseos de Aznar han sido órdenes: la bomba Pujol ha dividido incluso a los catalanistas, el último servicio de quien fue «español del año» pero nunca «català de l'any».

Sorpresas

Atentos, pues, a los movimientos al regreso del ferragosto. Los espacios políticos en Catalunya están en estado gaseoso y licuarán en otoño de manera muy diferente a como pretendieron los impulsores del proceso y de la contraofensiva.