¿Quién cree en la España plural?

El plurilingüismo lo tiene muy mal: o no se cree en él o se cree solo para aplicarlo en un Estado catalán

¿Quién cree en la España plural?_MEDIA_2

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ALBERT BLANCHADELL

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Mientras el independentismo crece en las encuestas y el Gobierno español se adentra en la senda de la recentralización, el PSC mantiene contra viento y marea su ofensiva federalista. Una de sus últimas iniciativas parlamentarias ha pasado de momento desapercibida, y así será hasta que el PP la tumbe en el Senado o la desfigure hasta dejarla irreconocible. Se trata de la proposición de ley orgánica de reconocimiento y amparo de la pluralidad lingüística de España, presentada por Entesa pel Progrés de Catalunya con la firma del senador José Montilla, que ya está lista para ser tomada en consideración (o no) por la Cámara alta.

LA INICIATIVA es de lo más loable, porque con sus medidas de federalismo lingüístico suave busca poner fin a un déficit tanto o más palpable que el déficit fiscal. Los 35 años de vigencia del artículo 3.3 de la Constitución no han servido para que el Estado, en España, ampare de verdad a todas las lenguas españolas. En España el Estado se sigue identificando con el castellano y en los últimos tiempos esta identificación se ha traducido incluso en escaramuzas (léase ley Wert, por ejemplo) que son justamente percibidas como agresiones a la pluralidad lingüística.

La iniciativa también es loable desde el punto de vista técnico; si la comparamos con iniciativas del mismo tenor que se han ido sucediendo en las Cortes, esta es la más trabajada y acaso la más exhaustiva. Aunque olvide ámbitos simbólicos de tanto relieve como los sellos de correos o la cara española de las monedas de euro, es la primera que plantea introducir el uso del catalán / valenciano, el gallego y el euskera en instituciones como la Casa Real, el Tribunal de Cuentas, el Consejo de Estado o el mismísimo Tribunal Constitucional.

Dicho esto, parece bastante evidente que la iniciativa no va a prosperar. En España, el partido de Rajoy no está por la labor. El PP no se atreve a cerrar las cabinas de interpretación del Senado, pero en su día ya se opuso a algo tan elemental como introducir las lenguas españolas en los sellos de correos españoles. (Por lo que respecta al catalán, este cambio sería trivial: la FNMT ya fabrica sellos en catalán¿ ¡para Andorra!). Pero tampoco cabe esperar mucho del PSOE. En los siete años de Zapatero no se dio ningún paso serio en la línea federalista; se creó un Consejo de las Lenguas Oficiales que después de constituirse se reunió la friolera de dos veces entre el 2008 y el 2011. Y la verdad es que el PSOE, como institución, no predica con el ejemplo. En la iniciativa parlamentaria de Montilla y compañía todo el mundo deberá tener una página web multilingüe; pero la del PSOE solo está disponible en la lengua de Cervantes. Compárenla con la de unos cuantos partidos afines (PS suizo, SDP finés, NDP canadiense) y verán la diferencia.

Si los grandes partidos españoles no creen en el federalismo lingüístico (o no lo practican), los soberanistas catalanes también parecen haber abandonado la causa. En el programa electoral del 2006, CiU se comprometía a trabajar «para convertir el Estado español en un Estado plurilingüístico»; en el de 2010 la palabra «plurilingüe» o sus derivados no figuran ni una sola vez. Y en el del 2012 el adjetivo reaparece pero solo referido a Europa. Con ERC pasa algo parecido: en el 2006 se proponía conseguir «un Estado plurinacional, pluricultural y plurilingüístico de verdad»; en el del 2010 el partido se jacta de haber puesto de relieve «la inexistencia de un Estado español plurinacional, la inviabilidad del federalismo y el agotamiento del autonomismo»; y en el del 2012 el tema es el papel del catalán en un nuevo estadio en el que el sujeto del plurilingüismo ya no es España sino Catalunya.

El Govern refleja a las claras esta evolución. En una solemne conferencia pronunciada en diciembre del 2011, el conseller de Cultura, Ferran Mascarell, propuso organizar su política lingüística en 15 agendas, una de las cuales era para España: «Una agenda ha de ser para una lengua con el apoyo de un Estado eficiente, es decir el Estado [español] se tiene que comprometer con el catalán». Ahora, visto lo visto, parece que el único Estado eficiente posible es el Estado catalán.

EN DEFINITIVA: muy mal lo tiene la causa del plurilingüismo en España. Los que nunca creyeron en él siguen sin creer, y sus adeptos de antaño ya solo piensan en cómo debe gestionarse el plurilingüismo en un posible Estado catalán soberano. La suerte es que el grueso del soberanismo ya ha entendido que en ese escenario Catalunya no reproducirá el patrón español de identificar al Estado con una sola de las lenguas de sus ciudadanos. Lo dijo Mascarell en una reciente comparecencia parlamentaria: «Sabemos que el castellano es parte de nuestro propio patrimonio y nunca haremos con el castellano lo que a menudo se ha hecho con el catalán desde el Estado».Profesor de la Facultad de Traducción y de Interpretación de la UAB.