Geometría variable

El PSC marca territorio

JOAN TAPIA

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Ya escribí que la estrategia de Artur Mas no lleva a ninguna parte. No tiene sentido pedir a Madrid la delegación de competencias para convocar un referendo (como en Escocia) sin antes haberlo pactado con el Gobierno central (como en Escocia), que es quien constitucionalmente tiene la competencia. Y todavía tiene menos sentido si la pregunta se va a negociar solo aquí y se fija la fecha del 2014 por el pacto con ERC. Es más absurdo todavía por cuanto Mariano Rajoy ha dicho que no la va a autorizar y cuando la posibilidad de que la permita antes de las elecciones generales del 2015 es remota porque provocaría la rebelión del ala dura del PP encabezada por José María Aznar (el de los pactos del Majestic). ¿Qué se pretende pues? Que Madrid diga que no para protestar. A partir de aquí, confusión. Oriol Junqueras querría el referendo aunque fuera ilegal y Mas ha repetido que si la consulta no se autoriza habrá que ir a unas elecciones plebiscitarias, pero al final de la legislatura, en el 2016.

Es una estrategia muy arriesgada porque, mientras, no se consigue nada (se ha dejado pasar el 2013 sin negociar como era preceptivo una nueva financiación autonómica) y encima el mal rollo se incrementa sin garantías de que Catalunya sea la beneficiada. Por eso era casi imposible que cualquier líder socialista se prestara a hacer de comparsa de una estrategia que no lleva a ninguna parte y que, en todo caso, en un supuesto muy supuesto, llevaría a la independencia, que no es el objetivo del PSC. Máxime cuando en la mayoría CiU-ERC se detecta inestabilidad creciente. Josep Antoni Duran Lleida dice que «al paso que vamos, el proceso acabará mal», lo que indica gran desconfianza en la hoja de ruta del president y sus muchachos, y Junqueras -para ayudar a salir de la crisis que Mas dice algún día que es su prioridad- declara en Bruselas que hay que parar la economía catalana una semana y hacer que la prima de riesgo española (el coste de la financiación del Estado y de las empresas) suba. En este contexto, ningún líder del PSC

-que sabe que cualquier atisbo de esperanza pasa porque el PSOE gane peso en Madrid- podía suscribir una hoja de ruta tan aventurada.

Y ello pese a que el PSC ha estado muy presionado. Se ha dictaminado que si no suscribía la estrategia Mas-Junqueras del derecho a decidir, abjuraba del catalanismo, como si este fuera similar al fenecido Movimiento Nacional. Lo extraño es que la mayoría de Pere Navarro ha sido muy abultada (83% contra 13%), cuando en el último congreso los críticos fueron el 25%. Navarro se apunta un tanto. Ahora a la dirección le toca respetar la disidencia (se equivoca Antonio Balmón cuando dice que sobra gente) y a los minoritarios, actuar con tiento. La pluralidad es un plus pero exige tolerancia. En las listas del 77, estaban en los primeros puestos Josep Andreu Abelló (ERC) y Josep María Triginer, de la federación catalana del PSOE.

NERVIOS ANTE LAS EUROPEAS

Las últimas encuestas predicen un empate

Las elecciones están lejos pero la encuesta de El Mundo del pasado domingo dice que la distancia entre el PP y el PSOE se ha reducido de 16 a 3 puntos. Desde las elecciones, el PP ha perdido 14 puntos y el PSOE, 2. Y la de El País sobre las europeas de ayer, comicios que están más cerca, apunta a un empate entre populares y socialistas, aunque ambos partidos bajan respecto a los anteriores sondeos. Hay desafección hacia los dos grandes partidos, pero sería tonto dramatizar, porque en Francia el Frente Nacional de Marine Le Pen llega en las encuestas en primer lugar en las europeas. Y Nicolas Sarkozy y François Hollande no parecen líderes mucho peores que Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba. En todas partes la crisis castiga seriamente a los partidos de gobierno y beneficia a los de protesta.