Opinión | Editorial

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Primer curso de Mas

La opinión del diario se expresa solo en los editoriales. Los artículos exponen posturas personales.

El próximo lunes empieza un nuevo curso escolar, marcado como nunca por la crisis y por sus consecuencias sobre la economía familiar y sobre el sistema educativo. Es el primer curso del Govern de Artur Mas, que ya ha dejado sentados, durante los últimos meses, muchos de los parámetros con los que tendrán que convivir las aulas de este país. Bien sea por decisiones políticas de laconsellera Rigau, bien sea por el recorte en los presupuestos, lo cierto es que este curso vendrá marcado por la polémica, sin olvidar, por supuesto, el asunto de la lengua vehicular, un tema espinoso que mantendrá en vilo, estos días, a la comunidad educativa. El Govern de CiU ha suprimido lasemana blancay también ha optado por eliminar la sexta hora en la gran mayoría de centros públicos. También se ha puesto freno al programa 1 x 1 de introducción de la informática en secundaria y se han fijado, en función de los centros, horarios adaptados a una situación de precariedad. Una situación que se completa con un aumento de alumnos más importante del previsto (alrededor de 30.000), con un claustro de profesores similar al del curso pasado, y con una notabilísima restricción en las inversiones estructurales.

Hace un año, por estas mismas fechas, el editorial de EL PERIÓDICO abordaba un curso con novedades. Justo las que ahora desaparecen. A pesar de las buenas intenciones de consenso que se barajaron al final de la anterior legislatura, lo cierto es que alumnos y familiares viven con desasosiego tantos cambios. Muchos de ellos no podemos achacarlos mecánicamente a la crisis, sino a una determinada política partidista de la que el mundo de la educación debería librarse. Debemos ser conscientes de que la educación no solo marca el futuro de un país, sino que dibuja el panorama de la cohesión social, en peligro por el descenso del presupuesto (un 7,4% menos que en el 2010), que afecta a múltiples servicios, y que repercute en muchas familias que ya sufren serias dificultades.

Además, como país, como sociedad, estamos obligados a dar respuesta a los bajos índices de aprovechamiento escolar y a las altas tasas de abandono. No parece, pues, que este curso empiece precisamente de manera optimista.