¿Por qué se desploma Podemos?

JOAN Tapia

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Afinales del 2014 y principios del 2015, el partido de Pablo Iglesias, que sorprendió con cinco diputados en las europeas, parecía que se comía el mundo. En diciembre, el barómetro de EL PERIÓDICO lo situaba en estimación de voto en algo más del 25%, empatado con el PP (pero por delante en intención directa), tras un ya relevante 15% el mayo anterior. Y el CIS le daba en enero un 23,9%, algo detrás del PP aunque por encima del PSOE.

Pero de repente la estimación de voto de Podemos se ha desplomado. En el barómetro de abril de EL PERIÓDICO cayó más de cinco puntos, hasta el 20%. Y en la encuesta del CIS del pasado jueves bajaba nada menos que siete, del 23,9% al 16,5%, por detrás del PP (25,6%), que sigue bajando, y del PSOE (24,3%), que se recupera algo. Y mientras Podemos cae, Ciudadanos se dispara. En la encuesta del CIS, salta del 3,1% en enero al 13,8%. Un ascenso espectacular: más de 10 puntos en un trimestre.

¿Por qué Podemos se desploma? La crisis y la corrupción (caso Pujol, caso Bárcenas, los ERE de Andalucía) han provocado un hundimiento casi total del prestigio de las instituciones. En la última encuesta del CIS (ya pasaba en la de hace un año) la más valorada es la Guardia Civil (un cuerpo policial militarizado) con un 6,02 (en una escala de 0 a 10), seguida de las Fuerzas Armadas (5,51), la Monarquía (4,34), la Iglesia católica (3,61), las patronales (3,19) y, en último término, los partidos políticos, un penoso 2,23. ¿Sorprendente, no? En este clima de pérdida de confianza generalizada, de crisis que castiga más a los más desfavorecidos con incrementos brutales del paro y de las ejecuciones hipotecarias, una fuerza como Podemos, que decía que representaba "a los de abajo" frente a "la casta" culpable y lanzaba un mensaje fuertemente igualitarista-garantista (renta mínima para todos), tenía un caldo de cultivo muy favorable. Y además estaba dirigido por un grupo de avispados profesores de Ciencia Política con cierta experiencia, ya que la mayoría eran rebotados de IU. ¿Entonces, por qué ahora los que tomaban el cielo por asalto se deslizan por la pendiente del desgaste?

Hay varias razones. Una es la insolvencia de sus referentes internacionales. Y España mira al mundo. Se ha comparado superficialmente al Felipe González del 92 con el Iglesias del 2014, pero el referente de Felipe era el exitoso SPD de Willy Brandt de la próspera Alemania (que generaba admiración y cierta envidia), mientras que los de Iglesias son la Venezuela de Hugo Chávez y la Syriza griega, dos modelos en vías de fracaso.

La segunda razón es que el binario discurso de Iglesias -la España de «los de abajo» explotada por «la casta», unos gatos perversos que se comen siempre a los ratones que deben rebelarse- es demasiado primitivo para funcionar a medio plazo a poco que mejore la economía. Solo puede consolidarse en una España en derribo, como pudo parecer en el 2010-2013 (momento de incubación de Podemos), pero no se aguanta ya en una España que vive peor que antes pero en la que se empieza a creer que lo más malo ya ha pasado. El barómetro de EL PERIÓDICO decía que el 38% (contra el 55%) cree que hemos superado lo peor cuando en diciembre era solo el 30% (contra el 61%). Los «angustiados» aún ganan por 17 puntos, pero hace cuatro meses lo hacían por 31. Y el índice de confianza económica del CIS (que va de 0 a 100), que había caído hasta un lastimoso 26,3 en enero del 2013, está ahora en 42,5, todavía lejos del aprobado pero orientado al alza.

En tercer lugar, Podemos tenía credibilidad como expresión política del movimiento de protesta del 15-M, pero muy poco pedigrée reformista y la evolución chapucera hacia una especie de socialdemocracia tranquila es difícil que sea tragada por una sociedad descreída. Y por otra parte puede molestar a los más radicales. Es difícil de explicar que un día se renuncie a la renta mínima para todos sin discusión previa y sin admitir que te equivocabas cuando poco antes era tu gran reivindicación. La sociedad va hoy rápida, pero González tuvo que perder un congreso y dimitir (y luego ganar otro) para que el abandono del marxismo tuviera credibilidad.

Finalmente en España la sociedad está siempre en el centro izquierda, del 4,50 al 4,70 en una escala de 0 a 10, y coloca a Podemos en un muy lejano 2,29, por lo que es difícil que pueda ser la primera fuerza. Aunque, curioso, sí lo ha sido el PP ,al que sitúan en el 8,18, todavía más lejos del punto medio del 4,58. Por el contrario, Ciudadanos (5,77) está más cerca. Y el PSOE -pese al gran descrédito con el que salió del Gobierno y que aún dura- es situado en un 4,46.

Es lógico pues que cuando nos alejamos del epicentro de la crisis y Podemos es "leninista" en su forma de cambiar de discurso, sufra fuertes tensiones (Monedero les acusa de parecerse a lo que quieren sustituir). Y al final su atractivo disminuye.

En el cuadro puede verse la gran tormenta de descrédito que está cayendo sobre los partidos. El mejor situado, Ciudadanos, tiene según el barómetro de EL PERIÓDICO un saldo de confianza negativo de 5,6 puntos (confían un 27,9% y desconfían un 33,5%). Lo que sorprende, y explica el desplome electoral de Podemos, es que en tan poco tiempo de existencia su saldo de confianza sea de -34,3 puntos (confía 19,4% y desconfía un 55,7%). E incluso que este saldo sea poco mejor que el del PSOE de Pedro Sánchez, que ha pasado del -62,5, con la imagen Zapatero-Rubalcaba a cuestas, al -58,5 en diciembre y al -40,3% ahora. El saldo de confianza del PP sigue siendo el peor. Es, junto a que se le percibe muy alejado del centro, su gran pasivo. Por el contrario, tiene la ventaja de ser el partido de gobierno y encarnar así cierta forma de estabilidad..