tú y yo somos tres

Por fin la realidad y no el 'reality'

ferran Monegal

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Eso sí podría calificarse de experimento sociológico, limpio, sin trampas, y no las martingalas de '<i>Gran Hermano'</i> y sus adulteradas variantes 'VIP' o '<i>Supervivientes'</i>. Estoy hablando de '<i>El puente'</i> (#0, Movistar+). Hemos asistido a un arranque excelente. Sobre todo nos han enseñado que, otro tipo de 'reality' también es posible. Es más, yo no llamaría 'reality', que es palabra que T-5 ha pervertido desde que inventó las 'ratomaquias'. Yo lo llamaría 'televerité', en homenaje a aquello que nos enseñaban en 'Cahiers du cinémà', hace casi 60 años atrás, cuando nos hablaban con devoción de Louis Malle o de Jean Rouch. Este 'El puente' que hemos visto, al menos en su primera entrega, ha sido de entrada un canto a la elegancia narrativa. El lenguaje de la cámara -siguiendo la mejor escuela de cine-, el tratamiento del color, la búsqueda del perfeccionismo visual, y la presentadora, <b>Paula Vázquez</b>, que sale lo justo, exactamente lo justo para hacer bien su labor de narradora y no de posturista en biquini. ¡Ahh! Qué delicia, qué descanso, qué contraste con lo que nos habían acostumbrado 'malgré-nous'.

Quince criaturas en una cabaña, rodeada de bosque, junto a un lago. Gente normal y corriente. Un bombero, una actriz, un bohemio, una militar... No se conocen de nada en absoluto. El destino les ha juntado para protagonizar una aventura: construir un puente de 300 metros con de troncos y cuerdas, para poder llegar a una isla en mitad del lago donde está la recompensa: 100.000 euros. La casa en la que viven no es la jaula de Guadalix. No les racionan la comida. No hay cámaras en el váter ni en la ducha. No les excitan para que se enzarcen en peleas y se saquen los higadillos. Tampoco hemos visto a los padres y madres de la mano de la presentadora, pasando vergüenza pública asistiendo a las maniobras genitales debajo de los edredones. O sea, que los expertos diran que esto de 'El puente' es una birria porque falta la esencia del 'reality-show'. Yo, como espectador, lo agradezco mucho. Lo otro ya se de que va. Llevo, llevamos, 17 años tragándolo. Ahora nos hemos visto que no hace falta falsear la realidad para atraer nuestra atención. Es una convivencia en la que la vida fluye, discusiones incluidas. Pero sin manipular ni forzar. Al menos esa es la impresión que nos han transmitido.

Tiene mérito que sea la productora Zeppelin -la que construye 'GH' y 'GH VIP'- la que haya elevado la idea de 'reality' a categoría comestible.