Pin y el machismo banal

Concejala 8 Gala Pin.

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Albert Sáez

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Gala Pin, regidora del ayuntamiento de Barcelona, ha puesto el dedo en la llaga al desenmascarar en su página personal de Facebook algunas prácticas más que reprobables en los salones de los consejos de administraciónen los que participa por razones de su cargo. Pin ha explicado dos episodios lacerantes protagonizados presuntamente por Joan Gaspart: el primero la saludó con un beso en la frente y en el segundo se refirió a una nueva incorporación al organismo como "esa belleza". La regidora de Ciutat Vella ha puesto en evidencia que al insigne mandamás jamás se le hubiera ocurrido besar en la frente a Gerardo Pisarello y mucho menos referirse a Jaume Collboni como "ese pibón". La reacción de los presentes ante las quejas de Pin es un ejemplo clarificador de lo que podríamos denominar el "machismo banal" ese que está tan interiorizado que se nos vuelve invisible a los hombres y, en ocasiones, también a las mujeres. El ejercicio de Gala Pin ha puesto en evidencia las virtudes de esa transparencia que les cuesta tanto de asumir a los que han hecho del secretismo su modo de vida. Y al sacarlo a la luz, nos ha enseñado a todos el perjuicio que provoca su práctica a pesar de nuestra inconsciencia. Hasta el punto que yo mismo he estado a punto de titular "Gala y el machismo banal", mientras que a un regidor varón jamás lo hubiera designado con su nombre de pila. 

Solo me atrevería a matizarle a la regidora un par de cosas. La primera es que debería haber dado el nombre de los implicados en las escenas desde el primer momento. La transparencia no es tal cuando se esconde en el anonimato, de manera que desde el jueves pasado todos quienes se reunan con Gala Pin tienen que saber a qué atenerse. La segunda es habernos distraido con las corbatas cayendo de nuevo en los estereotipos que tanto nos disgustan. Si no queremos que unas rastas o unos 'pearcings' sirvan para justificar detenciones de la Urbana, tampoco deberíamos estigmatizar la corbata o el traje con el machismo. Sabemos de muchos maltratadores con chandal y muchos capitalistas salvajes con bambas. Montserrat Roig se divertía más poniéndose corbata para descolocar a los machitos del patriarcado.