Editoriales

El Parlament desobedece al TC

Ni la unilateralidad ni la judicialización son la salida a la cuestión catalana. Urge más política y menos incendiarios

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Desobedeciendo la interlocutoria del Tribunal Constitucional (TC), Junts pel Sí y la CUP lograron ayer gracias a su mayoría que el Parlament ratifique las conclusiones de la comisión de estudio del proceso constituyente que comtemplan una vía unilateral hacia la independencia de Catalunya. Formalmente, es la primera vez que una institución catalana desobedece a pecho descubierto el ordenamiento jurídico español, a pesar de que el texto, al carecer de fuerza normativa, es una declaración de intenciones similar a la del 9-N.

Aun así, las fuerzas independentistas que aprobaron la resolución en comisión y que ayer lograron su aprobación juegan con fuego. El planteamiento del proceso político catalán como un choque entre la legalidad del TC y una supuesta legitimidad política que emanó de las urnas el 27-S tiene un corto recorrido. En primer lugar, porque el apoyo a la ruptura puede ser mayoritario en el Parlament, pero carece de la mayoría social imprescindible para un viaje de este calado. En segundo lugar, porque la previsible reacción del Gobierno -por mucho que ayer fuera prudente y se limitara, a través de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, a anunciar que presentará ante el TC un incidente de ejecución- no hará más que incidir en la estéril judicialización de un problema que es, ante todo, político. Y nada parece indicar que un nuevo Ejecutivo, en caso de que no haya unas terceras elecciones, vaya a actuar de otra forma si algo tienen que decir al respecto PP y Ciudadanos.

La ruptura es el objetivo de la CUP. Con la votación de ayer, JxSí en general y el nuevo PDC en particular logran ganar tiempo y argumentos ante la moción de confianza a la que se enfrentará Carles Puigdemont, aunque en el caso de los exconvergentes la distancia entre lo que se vota en Barcelona y el grupo parlamentario que se negocia en Madrid es de tintes esquizofrénicos. Tampoco les va mal a los independentistas una reacción airada de Madrid en forma de amenazas judiciales, ya que decisiones así suelen traducirse en más apoyo al independentismo más excitado y excitable. Pero ni la unilateralidad ni el recurso único a la ley son los caminos a seguir. Frente a los que abogan por una ruptura traumática o un inmovilismo inviable, cabe insistir en la vía del pacto. Urge más política y menos incendiarios.