Pactos o pataletas

JOAQUIM
Coll

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Con mucha elegancia Manuela Carmena ha calificado de «pataleta de niña caprichosa» la cascada de disparates de Esperanza Aguirre ante un resultado electoral que la deja en la cuneta. En el ocaso de su carrera política, la baronesa popular se ha convertido en una caricatura de sí misma. Por eso se ha estrellado en unas elecciones en las que partía como favorita para hacerse con la alcaldía. Entrar en una diarrea verbal de pactos estrambóticos, primero de todos contra Podemos y luego incluyendo a Carmena pero sin los fantasmagóricos sóviets, tiene más de pataleta que de noble intento de hacer política. Con unos días de retraso, algo parecido le ha ocurrido a Xavier Trias, presionado por opinadores convergentes y ciertos lobis económicos que le acusan de tirar la toalla demasiado deprisa. Es cierto que sorprendió la rapidez con la que el candidato convergente aceptó la inevitabilidad de que Ada Colau fuera a ser la próxima alcaldesa. Escuchándolo la noche electoral pareció que se quitaba un peso de encima, y que con 70 años le parecía estupendo la posibilidad de abrir la página de la jubilación. Luego le han tirado de las orejas y como niño aplicado se ha limitado a balbucear algo, pero sin convicción ninguna.

Dicho esto, el problema en Barcelona es real. A diferencia de Madrid, donde Carmena con el apoyo del PSOE suma mayoría absoluta, que Colau alcance la alcaldía con solo 11 concejales es temerario. Es de suponer que va a intentar sumar a su equipo a ERC y al PSC. Los republicanos están deseosos y no van a poner demasiadas condiciones, excepto una: la lealtad del nuevo Ayuntamiento al procés. Para los socialistas el dilema es mayor. Los votantes de Colau salen de sus barrios de toda la vida. España en general ha virado a la izquierda y el PSOE no puede dar la espalda a lo que ha sucedido en algunas grandes capitales donde han quedado terceros tras Podemos y marcas afines. Pero en Barcelona el PSC ha quedado literalmente deshecho y es quinto. Su gran valor es que aportaría credibilidad al gobierno municipal porque ha dirigido con reconocido éxito 32 años la ciudad.

Ahora bien, Colau es una gran incógnita. Poco tiene nada que ver con Carmena, cuya prestigiosa trayectoria profesional ofrece confianza. En coherencia con lo que hace el PSOE, Jaume Collboni debería brindar su apoyo inicial a la futura alcaldesa, pero poniendo condiciones. Que no juegue con los éxitos que han llevado a Barcelona a ser un referente internacional, sobre todo en lo que afecte a la economía y su impacto en el empleo. Que no abandone el urbanismo como motor de transformación. Que no caiga en políticas asistencialistas. Y que no traicione a un electorado que la votó por el eje social y no para acompañar a los secesionistas en fiestas y jolgorios.