Editorial

Otegi, en libertad

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El exsecretario general de Batasuna y líder in pectore de la actual izquierda aberzale, Arnaldo Otegui, sale hoy martes de la cárcel tras cumplir íntegramente una pena de seis años y medio de reclusión por tratar de reconstruir con otro nombre el partido ilegalizado, como supuesto paraguas de ETA. La pena, considerada por muchos un grave error, ha contribuido a potenciar la imagen de una persona procedente del campo terrorista (había militado en ETA), que desde el famoso mitin de Anoeta (noviembre del 2004) impulsó a la izquierda aberzale a la renuncia de la violencia. Es lógico que en Euskadi y el resto de España haya muchas personas que han sufrido de una u otra manera los estragos de la violencia a quienes les sea difícil o imposible a dar por bueno el cambio que impulsó Otegi, pero ese no tendría que haber sido el caso del Estado. El exjuez Baltasar Garzón, que le condenó a prisión, se sumó hace un tiempo a las voces que reclamaban medidas de gracia hacia el reo.

Sea como sea, el Otegi que vuelve a la escena -posiblemente podrá presentarse a las elecciones vascas de otoño- tiene ante sí una ardua tarea. Ha de encauzar la actitud de los presos hacia la reinserción -en lo que el Gobierno del PP no ha colaborado, pese a la insistencia del Ejecutivo vasco- y reubicar a Bildu tras el fracaso de sus primeros años de gestión pública, que han redundado en el éxito de Podemos en Euskadi. Otegi, además de ser un mito para algunos, deberá ejercitar su capacidad política. Ahora sí, en paz.